Imagínese esto: Líderes de 193 países levantan la mano en una luminosa sala de conferencias de Nueva York. Hoy es 25 de septiembre de 2015. Millones de personas de todo el mundo creen que lo que están votando cambiará el futuro de la humanidad o, peor aún, la esclavizará para siempre. Esta es la historia de la Agenda 2030, que es el plan más ambicioso y posiblemente el más controvertido que ha ideado la ONU.
La Gran Visión: Cambiar el mundo en 15 años
Lo que empezó como una "decisión histórica sobre un conjunto de Objetivos universales y transformadores de gran alcance y centrados en las personas" se ha convertido en el plan más comentado del mundo. La Agenda 2030 prometía acabar con la pobreza, salvar el planeta y garantizar que todo el mundo tuviera una buena vida, todo ello en tan solo 15 años.
Los arquitectos propusieron 17 objetivos que parecían nobles: acabar con la pobreza y el hambre, garantizar que todo el mundo tenga acceso a una buena educación y atención sanitaria, lograr la igualdad de género, proporcionar agua y energía limpias, crear buenos puestos de trabajo, construir ciudades que duren, luchar contra el cambio climático, proteger la vida en la tierra y en el agua, promover la paz y la justicia y establecer asociaciones mundiales.
El tamaño es asombroso. Ponerlo en marcha costaría entre 5 y 7 billones de dólares al año, una cifra superior al PIB de la mayoría de los países. Pero la cantidad de dinero que se está invirtiendo ahora mismo es tristemente insuficiente. Los países en desarrollo necesitan 4 billones de dólares al año para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible fijados por las Naciones Unidas. O es lo mejor que hemos hecho juntos o es el error más caro.
El ajuste de cuentas académico: Cuando los sueños se encuentran con la realidad
Pero incluso antes de que surgieran las teorías de la conspiración, los académicos se hacían preguntas difíciles. Los científicos señalaron un problema importante: los objetivos se parecían más a deseos que a objetivos SMART (específicos, medibles, alcanzables, realistas y sujetos a plazos). En otras palabras, eran deseos que pretendían ser objetivos.
Los investigadores críticos empezaron a desmenuzar el propio lenguaje. ¿Quiénes eran los "Nosotros los pueblos" mencionados en la Carta de la ONU? Cuando el documento enumeraba como partes interesadas a "los gobiernos, los parlamentos, el sistema de las Naciones Unidas, las instituciones internacionales, las organizaciones de la sociedad civil, las empresas y el sector privado", parecía que la gente corriente faltaba en este grupo de poderosos.
Resultaba aún más preocupante que cada vez más personas estuvieran de acuerdo en que la agenda impulsaba un modelo universalista basado en ideas occidentales y neoliberales. Se trataba básicamente de imponer los valores del Norte Global a todo el mundo en nombre del bien común.
El comienzo de un mundo de conspiraciones
A medida que se hacían evidentes los problemas de aplicación, algo más oscuro empezó a crecer en el underground digital. Tres teorías conspirativas tomaron forma: la teoría del "Nuevo Orden Mundial", que afirma que élites secretas controlan el destino del mundo
Una pandemia mundial fue un acontecimiento inesperado que convirtió la paranoia marginal en un discurso político dominante.
El Gran Reinicio: La confluencia de la teoría de la conspiración y la crisis
En junio de 2020, cuando el mundo aún se tambaleaba por el COVID-19, el Foro Económico Mundial puso en marcha "The Great Reset", un proyecto que preveía cambios en la economía tras la pandemia. Esta era la pistola humeante que los teóricos de la conspiración habían estado buscando. Klaus Schwab y el FEM no sólo estaban impulsando el desarrollo sostenible
El batido conspirativo estaba completo: las élites mundiales estaban utilizando la pandemia para implantar la vacunación forzosa, sistemas de identificación digital, abolir la propiedad privada y establecer un control tecnocrático sobre la humanidad. Lo que más preocupaba a los investigadores era que estas historias mostraban una ansiedad social real ante las restricciones que conllevaba la pandemia, convirtiendo los temores reales en un discurso anti-institucional.
Arma política: De los foros a las urnas
Las teorías conspirativas no se quedaron en los foros de Internet. Líderes políticos de toda América Latina empezaron a utilizar la ira contra la Agenda 2030 como arma. Javier Milei, de Argentina, declaró la guerra a lo que llamó "marxismo cultural", y Nayib Bukele, de El Salvador, se mostró muy receloso de las agendas internacionales de la ONU.
En Europa, el partido español Vox afirmó que la agenda era una amenaza para la soberanía nacional. En Estados Unidos, las teorías de la conspiración afectaron a las resoluciones del Partido Republicano y fueron difundidas por figuras conservadoras de los medios de comunicación como Tucker Carlson y Glenn Beck.
La máquina de amplificación digital
Resultó que los algoritmos de las redes sociales aceleraron la difusión de teorías conspirativas. Términos como "despoblación de Bill Gates" y "control de la población de la Agenda 2030" atrajeron a mucha gente a la red, y las plataformas tuvieron dificultades para equilibrar la libertad de expresión con la detención de la información falsa. Las teorías utilizaron las preocupaciones de la gente por el cambio climático y la economía para convertir las soluciones propuestas en amenazas percibidas.
La oscura corriente subterránea: Viejos prejuicios en un nuevo envoltorio
Como muchas teorías de la conspiración en el pasado, empezaron a aparecer ideas antisemitas. Los teóricos de la conspiración empezaron a decir que el Foro Económico Mundial estaba "controlado por judíos" y estaba estableciendo un "gobierno mundial sionista". Utilizaron viejas ideas antisemitas sobre el control judío del mundo y las pusieron en lenguaje moderno sobre el desarrollo sostenible.
Los verificadores de hechos contraatacan
Los verificadores de hechos profesionales iniciaron campañas sistemáticas para demostrar que las cosas estaban equivocadas. Full Fact y BBC Reality Check son dos grupos que han desmontado cuidadosamente las teorías conspirativas. Han demostrado que no hay pruebas creíbles de complots de gobiernos mundiales o planes para esclavizar a la gente. Han demostrado que la Agenda 2030 se compone de objetivos que no son legalmente vinculantes y que pretenden ayudar a resolver problemas reales en todo el mundo.
Pero los verificadores de hechos tenían un gran problema: aunque las teorías conspirativas puedan empezar con "granos de realidad", rápidamente se convierten en complejas fantasías que parecen satisfacer necesidades psicológicas que los hechos por sí solos no pueden satisfacer.
La cruda realidad: progreso frente a promesas
Mientras tanto, la historia real de cómo se está poniendo en práctica la Agenda 2030 no es feliz. Para 2030, es probable que la mayoría de los objetivos sigan sin cumplirse. La pandemia de COVID-19, el aumento de la desigualdad, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad han hecho que las cosas sean imposibles de arreglar, especialmente en áreas que ya son débiles. Los científicos ya están pidiendo un rediseño completo del marco posterior a 2030 porque ven tres grandes problemas en el actual.
Las víctimas de la guerra de la información
Es especialmente triste que las preocupaciones reales sobre la gobernanza mundial, la representación democrática y la desigualdad económica se hayan mezclado con teorías conspirativas paranoicas. Los investigadores han afirmado que la mejor manera de acabar con el pensamiento conspirativo es comunicar mejor la ciencia y las soluciones basadas en pruebas. Sin embargo, esto implica recuperar la confianza en instituciones que muchas personas creen que les han defraudado.
El veredicto: ni utopía ni distopía
La verdad sobre la Agenda 2030 es mucho menos emocionante de lo que dicen sus partidarios y detractores. Es un intento imperfecto y demasiado ambicioso de cooperación mundial que ni salvará ni esclavizará a la humanidad. Su verdadero crimen podría ser que promete demasiado y no cumple, lo que ha creado un vacío de credibilidad que los teóricos de la conspiración han sabido explotar.
Mientras corremos hacia 2030 con la mayoría de nuestros objetivos sin cumplir, la cuestión principal no es si la agenda es un plan secreto para la dominación mundial, sino si los países pueden trabajar juntos para resolver problemas globales reales sin dejar de respetar los valores democráticos y la soberanía nacional.
En nuestro fragmentado entorno informativo, la capacidad de diferenciar entre la crítica válida y la paranoia delirante puede dictar en última instancia si la humanidad puede abordar sus retos colectivos mediante la colaboración racional o inmovilizarse por teorías conspirativas diseñadas para protegernos de peligros imaginarios.
Se acaba el tiempo hasta 2030. No se trata de si la ONU se apoderará del mundo
"The real conspiracy isn't a secret group pulling strings; it's the complicated interaction of political, economic, and social forces that shape our world. These forces are mostly visible to those who choose to look, and they can be dealt with through democratic participation instead of fearful speculation."
Recordatorio de pensamiento crítico
Al examinar una teoría de la conspiración, pregúntese: ¿Qué pruebas demostrarían su falsedad? ¿Son las fuentes creíbles e independientes? ¿Las afirmaciones requieren niveles imposibles de coordinación y secretismo? ¿Existen explicaciones más sencillas de los hechos?