En octubre de 2008, cuando el sistema financiero mundial estaba a punto de desmoronarse, una extraña persona apareció en Internet con una idea que lo cambiaría todo. Esta misteriosa persona, que respondía al nombre de Satoshi Nakamoto, escribió un documento de nueve páginas que cambiaría la historia del dinero para siempre. El libro blanco de Bitcoin sugería algo muy audaz: un sistema de dinero electrónico que no necesitaba bancos, gobiernos ni otras terceras partes de confianza. Pero incluso después de dieciséis años, nadie sabe quién creó Bitcoin, uno de los misterios más interesantes de la era digital. Hay teorías sobre quién pudo ser que van de lo plausible a lo descabellado.
No es sólo una cuestión académica. Hay algo mucho más interesante detrás de este misterio: la idea de que Bitcoin no fue creado por un único criptógrafo brillante, sino más bien como resultado de décadas de investigación por parte de agencias de inteligencia, activistas cypherpunk, y tal vez incluso un esfuerzo coordinado por personas cuyos verdaderos objetivos siguen ocultos en la niebla digital.
Las huellas criptográficas de las agencias de inteligencia
SHA-256 es una función hash criptográfica que procesa las transacciones y protege la red. Es la parte más importante de la arquitectura de seguridad de Bitcoin. La Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos creó y publicó este algoritmo en 2001. No es cualquier pieza de magia matemática. La NSA, un grupo conocido por espiar y descifrar códigos, creó los cimientos sobre los que descansan el supuesto anonimato y descentralización de Bitcoin.
Si nos fijamos en un documento de investigación de la NSA de 1996 titulado "How to Make a Mint: The Cryptography of Anonymous Electronic Cash", la conexión se hace más fuerte. Laurie Law, Susan Sabett y Jerry Solinas escribieron este documento, que describía ideas muy similares al funcionamiento de Bitcoin más de diez años antes de que apareciera el whitepaper de Satoshi. El documento hablaba de criptografía de clave pública, firmas digitales y formas de realizar transacciones seguras y anónimas. Todas estas son partes importantes del diseño de Bitcoin que más tarde llegarían a ser muy importantes.
El juego de los nombres
Algunos investigadores han señalado que el nombre "Satoshi Nakamoto" puede poseer intrínsecamente indicadores criptográficos. En el documento se menciona varias veces al criptógrafo japonés Tatsuaki Okamoto. Su apellido es muy parecido a "Nakamoto". El nombre también puede cambiarse para formar el anagrama "SOY UN ANFITRIÓN DE LA NSA OK", que es más interesante. Los analistas lingüísticos lo descartan como un juego de palabras especulativo, pero la coincidencia añade otra capa al misterio.
Hay gente que no cree que Bitcoin proceda de círculos de inteligencia. Jeff Garzik, desarrollador de Bitcoin, ha dicho claramente que este tipo de afirmaciones son teorías conspirativas. Pero la evidencia circunstancial es lo suficientemente fuerte como para mantener el argumento. Tucker Carlson volvió a sacar el tema recientemente, diciendo que cree que la CIA puede haber tenido algo que ver en la creación de Bitcoin y que le preocupa invertir en algo "cuyo fundador es misterioso y tiene miles de millones de dólares de Bitcoin sin usar."
El Génesis Cypherpunk: Sueños de dinero digital y guerreros de la privacidad
Para entender realmente de dónde viene Bitcoin, tenemos que remontarnos a finales de los 80 y principios de los 90, cuando un grupo de criptógrafos, programadores y activistas radicales se unieron con un único objetivo: utilizar la encriptación para proteger la privacidad de las personas frente al creciente número de programas de vigilancia gubernamentales. Los Cypherpunks eran un grupo de personas que creían en la idea de que "la privacidad es el poder de revelarse selectivamente al mundo", sobre la que Eric Hughes escribió en su manifiesto de 1993.
El movimiento Cypherpunk surgió porque a la gente le preocupaba que las nuevas redes digitales facilitaran al gobierno espiar y censurar a la gente. Personas como Tim May, Phil Zimmermann (creador del cifrado Pretty Good Privacy o PGP) y Julian Assange (que más tarde fundaría WikiLeaks) formaban parte de este grupo. Pensaban en la criptografía fuerte no sólo como una herramienta técnica, sino como una forma de activismo digital: una forma de proteger la libertad de las personas en un mundo cada vez más vigilado.
La primera transacción
Satoshi Nakamoto era un habitual de la Cryptography Mailing List, donde se reunían los Cypherpunks. Cuando Satoshi publicó el whitepaper de Bitcoin en esta lista de correo en octubre de 2008, las primeras reacciones no fueron muy positivas. James Donald estaba preocupado por lo bien que funcionaría a gran escala. John Levine no estaba seguro de la seguridad del ordenador. Ray Dillinger se preguntaba si el proof-of-work tenía algún valor por sí mismo. Pero una persona estaba muy entusiasmada: Hal Finney, un conocido criptógrafo que creó el primer sistema de "prueba de trabajo reutilizable" en 2004, que fue el predecesor directo del mecanismo de consenso de Bitcoin.
Finney realizó la primera transacción de Bitcoin el 12 de enero de 2009. Satoshi Nakamoto le envió directamente 10 BTC. Esta transferencia histórica, que aún puede verse en la blockchain, fue el punto en el que Bitcoin pasó de ser una idea a una realidad funcional. Finney sería más tarde uno de los principales candidatos a ser el propio Satoshi, pero él siempre lo negó hasta que murió de ELA en 2014.
La conexión Cypherpunk sugiere que Bitcoin no surgió por casualidad. Fue el resultado de años de trabajo de mucha gente para crear dinero digital que el gobierno no pudiera controlar. Bitcoin es la realización definitiva de este sueño: una moneda verdaderamente descentralizada que encarna los ideales Cypherpunk de privacidad, resistencia a la censura y libertad frente a la autoridad centralizada.
La arquitectura de la confianza: cómo Bitcoin solucionó un problema irreparable
La genialidad de Bitcoin no reside en ninguna idea nueva, sino en cómo utiliza las tecnologías existentes para resolver el problema del doble gasto, que había sido el mayor problema de todos los intentos anteriores de dinero digital. Cuando le das a alguien un billete de un dólar en el mundo real, ya no es tuyo. Pero en el mundo digital, puedes copiarlo tantas veces como quieras. ¿Qué impide que alguien envíe el mismo Bitcoin a más de una persona?
La respuesta de Bitcoin es hermosa en su dificultad. Cada transacción se envía a una red de nodos conectados entre sí. Los mineros compiten para validar las transacciones y añadirlas a los bloques mediante un proceso llamado prueba de trabajo, que consume mucha energía. Estos bloques, unidos criptográficamente, forman un libro de contabilidad inmutable. Para cambiar las transacciones pasadas, habría que recalcular todos los bloques siguientes, lo que es imposible mientras los nodos honestos controlen la mayor parte de la energía de la red.
SHA-256 es utilizado por el sistema proof-of-work para hacer un registro que no puede ser cambiado. El primer minero que resuelve un problema matemático difícil añade el siguiente bloque a la cadena y obtiene nuevos Bitcoin como recompensa. Este proceso no sólo mantiene la seguridad de la red, sino que también controla el flujo de dinero. El protocolo de Bitcoin garantiza que sólo existan 21 millones de monedas. Las nuevas monedas se fabrican a un ritmo constante y decreciente a través de los "halvings", que se producen cada cuatro años aproximadamente y reducen a la mitad las recompensas por minar.
El ADN de Bitcoin incorpora una escasez artificial que lo convierte en "oro digital", un activo deflacionista que puede resistir las presiones inflacionistas que afectan a las monedas emitidas por los gobiernos. El tope de 21 millones no se eligió al azar
Impacto medioambiental
Pero esta seguridad tiene un coste increíble. La minería de bitcoins consume unos 138 teravatios-hora de electricidad al año, lo que equivale al 0,5% del consumo total de electricidad del mundo y más que todo Kazajstán. La huella de carbono es igual de grave: 39,8 millones de toneladas métricas de CO₂ al año, lo que equivale aproximadamente a las emisiones totales de Eslovaquia. Las centrales eléctricas de combustibles fósiles suministran la energía para las minas de bitcoin, lo que contamina el aire y pone en peligro la salud de las comunidades cercanas.
La paradoja de la transparencia: ¿es una herramienta para la privacidad o para la vigilancia?
Una de las cosas más interesantes de Bitcoin es su relación con la privacidad. Satoshi hizo de Bitcoin un sistema seudónimo, lo que significa que las transacciones están vinculadas a direcciones criptográficas en lugar de a identidades del mundo real. Debido a esta elección de diseño, muchos de los primeros usuarios pensaron que Bitcoin ofrecía privacidad real: un sistema de dinero digital que podía funcionar sin ser vigilado por el gobierno.
La verdad es mucho más complicada. Una cadena de bloques pública registra todas las transacciones de Bitcoin y cualquiera puede consultarla. Esta apertura, necesaria para evitar el doble gasto y mantener la seguridad de la red, crea un registro permanente de todas las transacciones financieras. Las direcciones no muestran directamente los nombres, pero un análisis avanzado de blockchain puede conectar las transacciones con identidades del mundo real a través de servicios de pago, intercambios y direcciones IP.
La red de vigilancia
Las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia han sabido aprovechar esta apertura. Las plataformas de inteligencia de blockchain de empresas como Chainalysis, Elliptic y TRM Labs rastrean el flujo de criptomonedas, detectan actividades ilegales y ayudan en las investigaciones criminales. Estas herramientas han ayudado a las fuerzas de seguridad a encontrar dinero robado, cerrar mercados ilegales y detener miles de millones de transacciones ilegales. Nueve de las diez mayores bolsas de criptomonedas utilizan ya este tipo de sistemas de seguimiento.
Algunos críticos dicen que esta capacidad de vigilar a la gente significa que Bitcoin puede no ser una herramienta de libertad en absoluto, sino más bien una forma sin precedentes de llevar un registro del dinero. Bitcoin, por otro lado, mantiene un registro permanente de cada transacción en la historia de la humanidad. El dinero en efectivo no deja rastro digital. Bitcoin se convierte en una herramienta de vigilancia más poderosa que cualquier sistema bancario tradicional si las agencias gubernamentales pueden conectar las direcciones de los monederos con las identidades, algo que están haciendo cada vez más.
En respuesta, la comunidad de criptomonedas que se preocupa por la privacidad ha ideado otras opciones. Monero utiliza firmas en anillo y direcciones ocultas para asegurarse de que las transacciones no puedan rastrearse. Zcash tiene transacciones blindadas que utilizan pruebas de conocimiento-cero para ocultar los detalles de las transacciones. Pero estas monedas de privacidad han sido objeto de escrutinio por parte de las autoridades porque proporcionan un anonimato real, algo que Bitcoin sólo pretende.
"The paradox of Bitcoin's transparency makes people uncomfortable. Was this design choice a feature on purpose, not a bug? Does it show that Satoshi really wanted to find a balance between being open and being anonymous, or was it a Trojan horse - a system that looks like it gives people financial freedom but actually builds a whole new way of spying on people?"
El ascenso de la nueva aristocracia de Bitcoin: La concentración de poder
Bitcoin surgió de una idea libertaria de finanzas democratizadas, que es un sistema en el que ninguna persona o grupo podría controlar el suministro de dinero o detener las transacciones. Pero la verdad sobre la posesión de Bitcoin es muy diferente. Demuestra que la riqueza se concentra de una forma que rivaliza o supera a los sistemas financieros tradicionales.
Los estudios muestran que alrededor del 2% de las direcciones Bitcoin poseen el 71,5% de todo el Bitcoin. Esta cifra no es tan escandalosa como dicen algunos informes (algunos dicen que el 2% controla el 95%), pero sigue mostrando una enorme brecha en la riqueza. Los 10.000 mayores inversores poseen alrededor de 5 millones de Bitcoin, que valen más de 230.000 millones de dólares a los precios actuales. Esto supone el 27% de la oferta total. Cuatro direcciones de monedero tienen cada una más de 100.000 BTC, lo que supone el 3,23% de todas las monedas.
Satoshi Nakamoto, que se cree que controla unos 968.452 BTC, lo que equivale a unos 94.000 millones de dólares a precios actuales, está en la cima de esta aristocracia digital. Estas monedas fueron acuñadas en los primeros días de Bitcoin, cuando no había mucha competencia. Nunca han salido de sus carteras originales. Su existencia pone nerviosa a la gente sobre el mercado y se suma al misterio
Acumulación empresarial
La atención va más allá de los primeros usuarios. Las empresas han acumulado grandes participaciones, con MicroStrategy a la cabeza al acumular 580.250 BTC (alrededor del 2,7% de la oferta total) mediante una estrategia de endeudamiento para comprar Bitcoin. El ETF spot Bitcoin de BlackRock se ha convertido en uno de los mayores tenedores institucionales, dando a los inversores tradicionales una forma regulada de participar. Esta participación institucional facilita que un pequeño número de grupos poderosos controlen la riqueza y el mercado.
Debido a este patrón de distribución, los adoptantes tempranos y los inversores ricos obtienen más beneficios económicos a medida que sube el precio de Bitcoin. Los que llegan tarde, especialmente los que no tienen mucho dinero, no suelen ganar mucho dinero o lo pierden cuando cambian los precios. La Oficina Nacional de Investigación Económica afirma que "la participación en Bitcoin sigue estando muy sesgada hacia unos pocos jugadores de primera fila" y que "es probable que la mayoría de las ganancias derivadas de una mayor adopción recaigan desproporcionadamente en un pequeño grupo de participantes."
En efecto, Bitcoin ha creado su propio uno por ciento, una élite digital cuya riqueza es mucho mayor que la de los usuarios habituales. Esta realidad contradice el potencial de Bitcoin como instrumento financiero democratizador y suscita dudas sobre si se trata de una auténtica revolución financiera o de un mero traspaso de autoridad de los bancos convencionales a un nuevo escalón de criptodivisas.
La ilusión de la descentralización: ¿Quién controla realmente Bitcoin?
La idea que subyace a la promesa de descentralización de Bitcoin es que ninguna persona o grupo controle la red. Pero si profundizamos, veremos que esta visión idealista es más complicada. El poder se concentra en manos de un pequeño grupo de desarrolladores, mineros y actores institucionales.
El gobierno de Bitcoin funciona a dos niveles diferentes. El primero es la "gobernanza de la infraestructura", es decir, las reglas incorporadas al propio protocolo que deciden cómo se procesan y comprueban las transacciones. El segundo es el "gobierno de la infraestructura", es decir, las decisiones que toman los desarrolladores sobre cómo diseñar y mantener el software que hace funcionar la red.
Potencia de desarrollo
El desarrollo de Bitcoin es supuestamente de código abierto, lo que significa que cualquiera puede sugerir cambios. Pero en realidad, un pequeño grupo de desarrolladores muy cualificados tiene demasiado poder sobre cómo cambia el protocolo. Estas élites tecnológicas toman decisiones importantes sobre el futuro de Bitcoin sin tener que responder ante toda la comunidad. El debate sobre el escalado de 2017, que terminó con la polémica bifurcación dura que dio lugar a Bitcoin Cash, demostró lo profundamente dividida que está la comunidad y cómo los problemas de gobernanza pueden poner en riesgo todo el ecosistema.
El poder de minería también se ha centralizado. El sistema de prueba de trabajo de Bitcoin estaba pensado para repartir la validación entre muchos mineros individuales, pero lo cierto es que los grandes grupos de mineros controlan ahora la mayor parte del hashrate de la red. Estos grupos, que suelen estar situados en zonas con electricidad barata, tienen la capacidad técnica para coordinar ataques o cambiar las reglas del juego.
Esta centralización hace que Bitcoin sea menos seguro, lo que va en contra de la filosofía que subyace a su creación. En un ataque del 51%, un pequeño grupo de personas con mucho poder de minado podrían trabajar juntas para cambiar el historial de transacciones o dejar fuera ciertas transacciones. Aunque un ataque de este tipo no tendría sentido para los mineros que quieren ganar tanto dinero como sea posible, sigue siendo una posibilidad teórica que va en contra de la idea de una descentralización imparable.
La estructura de poder tecnocrática también controla cómo se siguen las reglas de Bitcoin. En lugar de reglas claras o votaciones democráticas, Bitcoin depende de un "consenso aproximado" entre los desarrolladores y la gente que lo utiliza para hacer negocios. Las personas con más conocimientos técnicos, mayores operaciones de minería o más dinero en juego tienen demasiado poder. Este modelo de gobierno informal, aunque adaptable, consolida el poder de forma similar a los sistemas centralizados que Bitcoin pretendía suplantar.
El laberinto normativo: mantener el control haciendo las cosas confusas
A medida que Bitcoin ha pasado de ser un experimento criptográfico poco conocido a una clase de activos de un billón de dólares, los gobiernos de todo el mundo se han apresurado a establecer normas para él. Pero el mosaico de normas resultante, muy diferentes de un lugar a otro y a menudo contradictorias, causa tantos problemas como soluciones.
En EE.UU., distintas agencias tienen normas diferentes para las criptodivisas, y cada una de ellas dice tener potestad para regularlas en función de cómo clasifiquen el Bitcoin. La SEC dice que muchas criptomonedas son valores y que las leyes protegen a los inversores en este tipo de activos. La Commodity Futures Trading Commission considera el bitcoin una mercancía. El principal trabajo de la Financial Crimes Enforcement Network es hacer cumplir las leyes contra el blanqueo de dinero. Los reguladores estatales complican aún más las cosas. Por ejemplo, el sistema BitLicense de Nueva York es muy estricto, mientras que otros estados son más abiertos.
Fragmentación normativa mundial
Esta falta de normas claras dificulta mucho las cosas para las empresas y los inversores. Las empresas de criptomonedas tienen que lidiar con un montón de normas que no siempre concuerdan entre sí. Esto encarece el cumplimiento de las normas e impide que se desarrollen nuevas ideas. La ausencia de normas claras y coherentes también expone a los consumidores al fraude y a la manipulación del mercado.
Las normas en todo el mundo están aún más fragmentadas. Los países con economías más avanzadas suelen haber establecido normas más detalladas para las criptomonedas, mientras que los países con rentas medias y bajas no lo han hecho. Pero las tasas de adopción no parecen tener nada que ver con la evolución de la normativa. De hecho, seis de los diez países con más personas que utilizan criptodivisas tienen prohibiciones parciales o totales sobre los criptoactivos. Esto implica que la regulación podría empujar las actividades a la clandestinidad en lugar de detenerlas.
Puede resultar imposible regular una tecnología verdaderamente global y descentralizada utilizando únicamente leyes nacionales. Las criptomonedas no están limitadas por fronteras, lo que hace necesaria una regulación internacional coordinada, pero es políticamente difícil hacerlo. El mosaico actual hace posible que las empresas se aprovechen del arbitraje regulatorio, lo que significa que pueden hacer negocios desde lugares con poca supervisión mientras atienden a clientes de todo el mundo.
Perspectiva conspirativa
Hay quien piensa que esta confusión normativa podría no ser casual. Si las agencias de inteligencia hicieron o aprobaron Bitcoin, mantener las normas poco claras podría ser una buena estrategia. Permite a los gobiernos vigilar los flujos de criptodivisas sin tener que lidiar con los problemas políticos que conllevan las prohibiciones directas. Dificulta la entrada de pequeños competidores, lo que es bueno para las instituciones grandes y bien financiadas. Y mantiene la apariencia de descentralización al tiempo que garantiza que, cuando sea necesario, las autoridades puedan intervenir mediante su control de las entradas y salidas reguladas al sistema financiero tradicional.
El futuro se despliega: ¿Reinicio o revolución?
Bitcoin se encuentra ahora en una encrucijada al entrar en su decimosexto año. Lo que empezó como una idea radical de dinero descentralizado se ha convertido en algo mucho más complicado y poco claro. La tecnología ha demostrado que puede resistir muchas caídas de precios, represiones gubernamentales y problemas de gobernanza interna. Pero sigue habiendo grandes interrogantes sobre lo que es y lo que hace.
La versión positiva ve en Bitcoin la base de un nuevo sistema financiero más abierto, con menores costes de transacción y no controlado por una única entidad. Los bancos centrales de todo el mundo están creando sus propias monedas digitales. Esto demuestra que todos están de acuerdo en que la tecnología blockchain es el futuro del dinero. Las stablecoins ya han gestionado más de 28 billones de dólares en transacciones, lo que supone más que Visa y Mastercard juntas. La tokenización de activos tradicionales en plataformas blockchain podría cambiarlo todo, desde la negociación de acciones hasta la realización de pagos transfronterizos.
Las implicaciones más oscuras
Pero no se puede ignorar la visión más negativa. La concentración de riqueza de Bitcoin, su transparencia favorable a la vigilancia y su estructura de gobierno tecnocrática sugieren que, en última instancia, podría reforzar las estructuras de poder existentes en lugar de desafiarlas. La revolución de las criptomonedas puede no estar democratizando las finanzas
Tampoco podemos ignorar los costes para el medio ambiente. El sistema de prueba de trabajo que utiliza Bitcoin consume más electricidad que muchos países, y la mayor parte de esa electricidad procede de combustibles fósiles. A medida que se acelera el cambio climático, resulta cada vez más difícil explicar por qué gastamos tanta energía. El hecho de que Ethereum haya sido capaz de cambiar a proof-of-stake demuestra que otros mecanismos de consenso pueden reducir en gran medida el impacto medioambiental manteniendo la seguridad. La comunidad Bitcoin, por su parte, ha luchado contra estos cambios, ya que considera que el proof-of-work es necesario para la seguridad y la identidad de la red.
El continuo enigma que rodea la identidad y las motivaciones de Satoshi Nakamoto es quizá el aspecto más preocupante. Las teorías incluyen la idea de un genio solitario, un seudónimo de grupo y la idea de que lo hizo una agencia de inteligencia. Cada opción tiene diferentes efectos sobre el futuro de Bitcoin. Si Satoshi era una persona o un pequeño grupo de personas con grandes ideales, Bitcoin es un intento real de liberar a la gente del control financiero. Puede que no sea perfecto, pero es real. Si Satoshi era una tapadera de agencias gubernamentales, entonces Bitcoin podría ser una forma inteligente de vigilar y controlar el dinero de la gente. Su discurso libertario podría ser sólo una tapadera para un nuevo tipo de poder centralizado.
El lanzamiento de ETF de Bitcoin al contado por grandes bancos como BlackRock es otro gran cambio. Estos productos permiten a los inversores normales comprar Bitcoin a través de cuentas de corretaje normales, lo que podría dar lugar a una enorme adopción institucional. Pero también muestran una contradicción básica: los mismos intermediarios financieros a los que se pretendía sustituir el activo están ahora empaquetándolo y vendiéndolo. La revolución, si eso es lo que es, está empezando a parecerse cada vez más al sistema que quería cambiar.
La pregunta más importante de Blockchain
Aún no sabemos quién creó Bitcoin ni por qué, a pesar de que Satoshi Nakamoto envió a Hal Finney los primeros 10 Bitcoins hace 16 años. Nuestro sistema financiero promete libertad, pero hace a la gente dependiente de nuevas formas. Tenemos apertura que hace posible la vigilancia. Tenemos descentralización que da poder a unas pocas personas. Parece que nuestra revolución se está convirtiendo en una reforma.
No cabe duda de que Bitcoin es técnicamente brillante. El algoritmo SHA-256, el mecanismo de consenso proof-of-work y el libro de contabilidad blockchain son verdaderos avances en el diseño de sistemas distribuidos. Pero que alguien sea bueno en algo no significa que quiera hacerlo. Un martillo puede construir una casa o romper un cráneo
"What if Bitcoin's biggest trick wasn't fixing the double-spending problem, but making us think we know what it's for? What if the mystery surrounding Satoshi Nakamoto isn't meant to be solved, but is instead meant to hide the system's true nature and origins? What if the choice between seeing Bitcoin as freedom or control is a false one? What if it really is both, depending on who uses it and for what purpose?"
El fantasma en la máquina sigue siendo difícil de encontrar. Tal vez eso es exactamente lo que estaba destinado a suceder.
Cuando se extraiga el último Bitcoin en 2140 y la cadena de bloques muestre todas las transacciones de la historia de la humanidad, ¿sabremos por fin si esta tecnología era la mejor forma de que la gente fuera libre o la jaula más avanzada?