El conflicto palestino-israelí: ¿historia, geopolítica y futuro?

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El conflicto palestino-israelí es uno de los más duraderos y arraigados de la historia de la humanidad. Está marcado por complicadas interacciones de viejas rivalidades, creencias religiosas, legados coloniales y poderes cambiantes. Para comprender esta cuestión con auténtica objetividad, es imperativo trascender las narrativas políticas contemporáneas y emprender una exploración histórica polifacética, desde el reino mitológico de Canaán, pasando por las migraciones bíblicas y las conquistas imperiales, hasta las crisis actuales en Oriente Medio.

Este artículo pretende ofrecer un examen exhaustivo e imparcial de los orígenes del conflicto, los puntos de inflexión significativos y el contexto cambiante, analizando críticamente los puntos de vista israelí y palestino, las intervenciones internacionales y la dinámica regional, a menudo olvidada. Las fuentes incluyen registros históricos, textos religiosos, comentarios académicos e investigaciones alternativas fiables.

Mapa histórico de la evolución de los territorios palestinos
La dramática transformación de los territorios palestinos desde 1946 hasta la actualidad, que ilustra la progresiva pérdida de tierras y la expansión de los asentamientos israelíes a lo largo de décadas de conflicto.Territorial Changes:La dramática transformación de los territorios palestinos desde 1946 hasta la actualidad, que ilustra la progresiva pérdida de tierras y la expansión de los asentamientos israelíes a lo largo de décadas de conflicto.

Los antiguos comienzos: Canaán, Abraham y las semillas de la división

El conflicto palestino-israelí tiene sus raíces en la antigua tierra de Canaán, que goza de gran prestigio en los textos religiosos y los registros arqueológicos. Hay desacuerdo sobre la procedencia de los cananeos, pero fuentes israelíes afirman que descienden del Noé bíblico. Sin embargo, la ausencia de registros continuos -que hace que el 90% de la historia humana no se registre o se pierda- hace que el análisis dependa a menudo de fragmentos conservados a través de la tradición oral y los textos sagrados.

El traslado de Abraham a Canaán marca un cambio importante. Según los textos religiosos, Abraham tuvo dos hijos, Ismael e Isaac, que más tarde se convirtieron en modelos para los pueblos árabe e israelita. Aunque más tarde se convirtieron en enemigos, estos grupos se llaman "hermanos" en la Biblia porque tienen el mismo antepasado y sus destinos están ligados. Con el paso del tiempo, estos linajes se extendieron por Levante y Egipto, diferenciando aún más sus identidades e iniciando siglos de competencia.

El Éxodo, las órdenes de Dios y las primeras victorias

Los israelitas viven en Canaán durante cientos de años antes de que las oleadas migratorias los lleven a Egipto, donde acaban uniéndose a la clase trabajadora. Los relatos religiosos tradicionales cuentan que Moisés era un profeta al que se le encomendó la tarea de conducir a este pueblo de vuelta a la "Tierra Prometida" desde Egipto. En contraste con las ideas de un retorno pacífico, los mandatos divinos implicaban con frecuencia una conquista violenta:

"Go to the land we promised you and kill everyone there."
"Kill every Canaanite, man, woman, child, and animal."

Las órdenes del Deuteronomio y Josué permitieron una guerra total cuando los israelitas sitiaron Jericó, lo que causó enormes pérdidas y un profundo daño psicológico a la gente que vivía allí. Los paralelismos históricos de este periodo resuenan en los debates sociopolíticos contemporáneos.

Imperios que van y vienen y cambios constantes

Después de que los babilonios destruyeran los primeros reinos israelitas, construidos por personas como David y Salomón, comienza a tomar forma un patrón de conquista, exilio y retorno. Los israelitas, que habían sido cautivos de los babilonios, construyeron el poderoso Reino de Judá, reconstruyeron el Segundo Templo y restauraron el poder regional. Sin embargo, la intervención del Imperio Romano y la destrucción del Templo volvieron a desintegrar la comunidad. Estos ciclos repetidos de perderlo todo y reconstruirlo hicieron que los judíos recordaran que no tenían hogar y que eran fuertes.

Palestina queda bajo dominio otomano cientos de años después. Los otomanos no molestaban tanto a los grupos religiosos o étnicos como otros imperios, lo que permitió que judíos, musulmanes y cristianos convivieran pacíficamente. La gente suele pensar en esta época como de relativa paz y aceptación. Pero las traiciones desde dentro y la manipulación desde fuera acabaron por debilitar la presencia otomana, preparando el terreno para las guerras modernas de Oriente Próximo.

El reparto colonial y el auge del nacionalismo

La Primera Guerra Mundial marca un gran cambio: el Acuerdo Sykes-Picot, conocido por su mala reputación, no sólo cambia las fronteras en Levante, sino que también causa problemas entre antiguos aliados. Mark Sykes, diplomático británico, dirigió la creación de banderas para nuevos estados árabes como Palestina, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Sudán, Jordania, Irak y Siria. Estas banderas se convirtieron en un símbolo de rebelión contra los otomanos.

El incidente del ferrocarril del Hiyaz, en el que tribus árabes traicionan a soldados otomanos ante las fuerzas británicas, muestra cómo las ambiciones coloniales perjudican a las comunidades nativas y cómo antiguos aliados religiosos se han distanciado.

La traición Sykes-Picot

El acuerdo secreto Sykes-Picot de 1916 entre Gran Bretaña y Francia dividió los territorios otomanos sin tener en cuenta las fronteras étnicas, religiosas o tribales. Este reparto colonial creó Estados artificiales y sembró las semillas de décadas de conflicto, incluida la crisis palestino-israelí.

La Declaración Balfour (1917), elaborada por agentes británicos, promete hacer de Palestina un "hogar nacional" para los judíos. Esto empeora las cosas, ya que las promesas tanto a judíos como a árabes se desmoronan. Después de que los británicos toman Jerusalén con la ayuda de los palestinos, centran su atención en los intereses judíos, lo que hace que los palestinos se sientan traicionados y desposeídos.

El nacimiento de Israel y el cambio en Palestina

El Holocausto, los movimientos antijudíos en Europa y los cambios en el panorama político mundial tras la Segunda Guerra Mundial llevaron a un gran número de judíos a trasladarse a Palestina. Aunque hubo mucha oposición y llamamientos a la partición en las Naciones Unidas el 14 de mayo de 1948, los inmigrantes y grupos judíos empezaron a comprar tierras palestinas. En 1948, ya poseían entre el 4% y el 6%. Esto fue suficiente para establecer puntos de apoyo y dejar que la población creciera, convirtiéndose finalmente en mayoría en zonas importantes. Tras la creación oficial de Israel, los palestinos siguen viéndose obligados a abandonar sus hogares y a perder sus derechos.

A pesar de los mitos populares de Internet, sólo una pequeña parte de Palestina fue vendida a los israelíes. Sin embargo, los asentamientos, los desplazamientos de población concentrada y los proyectos de vivienda pública hacen que las nuevas realidades demográficas sean más estables, lo que aumenta la tensión y la competencia por la soberanía.

Guerra moderna y ciclos de violencia

Tras años de violencia esporádica, las potencias regionales apoyan a Israel, cuya superioridad tecnológica y militar le permite mantener Palestina bajo estricto control. La resistencia palestina periódica se utiliza entonces para justificar duras represalias y una mayor expansión territorial. El asedio y bloqueo de Gaza, las operaciones militares en Cisjordania y los estallidos periódicos de conflictos armados han matado a miles de civiles y provocado crisis humanitarias generalizadas.

Mezquita Al-Aqsa de Jerusalén
Tierra sagrada: La mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén se encuentra en el centro de la dimensión religiosa del conflicto. Como tercer lugar más sagrado del Islam y situado en el Monte del Templo -el lugar más sagrado del judaísmo-, este espacio en disputa encarna el impasse teológico que hace casi imposible el compromiso.

Los relatos de los medios de comunicación, las intervenciones internacionales y las doctrinas de seguridad ocultan con frecuencia la profunda angustia personal del conflicto: familias divididas, hogares arrasados, niños enterrados bajo los escombros y comunidades traumatizadas. Ambos bandos basan sus reivindicaciones en textos religiosos, lo que impide que puedan cambiar sus creencias sobre el mandato divino, los derechos de propiedad y la identidad nacional.

La contradicción entre fe y justicia

Hay una contradicción muy extraña en el corazón del conflicto palestino-israelí. Tanto judíos como musulmanes afirman que sus reivindicaciones proceden de la misma fuente abrahámica y de las mismas escrituras, y ambas partes afirman que las normas de Dios sobre la tierra nunca cambian. La Torá dice a los judíos que Dios prometió Palestina, y el Corán dice a los musulmanes que la protejan para Alá. El callejón sin salida teológico, unido al trauma histórico, garantiza la polarización persistente y la obstinación retórica.

Absolutismo religioso

Cuando ambas partes reclaman un mandato divino sobre el mismo territorio, el compromiso se hace casi imposible. Este bloqueo teológico transforma una disputa territorial en una lucha existencial en la que ninguna de las partes puede ceder sin traicionar su identidad religiosa fundamental.

Traiciones, realpolitik e inestabilidad regional

La tragedia de la traición a Palestina por parte de las potencias coloniales y los Estados árabes vecinos, muchos de los cuales optaron por alianzas convenientes en lugar de la solidaridad colectiva, es un tema recurrente en los relatos históricos. La deshonestidad británica, los objetivos nacionalistas árabes y la competencia entre las superpotencias mundiales hicieron que Palestina pasara de ser un pacífico remanso otomano a convertirse en un campo de batalla ferozmente disputado.

En los últimos años, la gente se ha preocupado por las oleadas de inmigrantes que llegan a países cercanos como Turquía, donde las tensiones son elevadas debido al aumento de los alquileres, la incertidumbre económica y la agitación cultural causada en parte por la inestabilidad en Oriente Próximo. Los efectos del conflicto se dejan sentir mucho más allá de sus fronteras, afectando a las sociedades de Europa y del mundo musulmán en general.

Protestas mundiales contra la ocupación de Gaza
Las protestas en todo el mundo demuestran la preocupación internacional por la ocupación israelí y las operaciones militares en Gaza, reflejando el impacto del conflicto en la conciencia global y el discurso político.Global Solidarity:Las protestas en todo el mundo demuestran la preocupación internacional por la ocupación israelí y las operaciones militares en Gaza, reflejando el impacto del conflicto en la conciencia global y el discurso político.

El coste humano: inocencia en medio de la muerte

Los grandes movimientos estratégicos están dejando atrás a palestinos e israelíes normales, así como a muchos otros civiles de la región que sólo quieren vivir con dignidad, seguridad y prosperidad. La gente de ambos bandos está sufriendo terriblemente porque los líderes persiguen obsesiones ideológicas y objetivos de suma cero que han demostrado ser imposibles de alcanzar. Los ciclos de venganza, la política dogmática y la propaganda sectaria hacen menos probable que la gente sea capaz de hablar entre sí y reconciliarse.

Hacia una comprensión objetiva y un camino a seguir

El conflicto palestino-israelí es algo más que una lucha entre ocupantes y ocupados o entre dos grupos religiosos que quieren mandar. Es una historia que abarca muchas generaciones y está moldeada por reinos perdidos, mentiras coloniales, celo religioso, alianzas prácticas y profundas traiciones. Ningún bando puede decir que es mejor que el otro en términos históricos o morales. Ambos han utilizado su poder en beneficio propio, ambos han perdido a seres queridos de forma traumática y ambos han actuado de forma que perjudica la paz y la convivencia.

Las soluciones siguen siendo difíciles de alcanzar, principalmente debido a las narrativas arraigadas por siglos de traumas, mitos y dogmas. Para que se produzca un progreso real, necesitamos algo más que presión internacional, conversaciones políticas y crecimiento económico. También necesitamos un cambio en nuestra forma de recordar las cosas y de entender la religión. La justicia debe centrarse en las vidas inocentes y los derechos humanos fundamentales, en lugar de continuar con ciclos de venganza.

Conclusión

El prolongado conflicto entre Israel y Palestina es el resultado de una larga y turbulenta historia que ha sido moldeada por creencias religiosas, realpolitik y fuerzas externas. Sólo una comprensión multifacética e históricamente válida puede guiar un discurso responsable y unas vías pragmáticas para avanzar. Países cuyas banderas solían representar el antiimperialismo atraviesan ahora sus propias crisis existenciales. Esto demuestra lo importante que es para todos trabajar por la paz, la verdad y la unidad en un mundo que siempre está cambiando.

Referencias

  1. La Torá, el Libro del Deuteronomio y Josué - La Biblia hebraica
  2. El Corán, versículos seleccionados sobre la Tierra Prometida y el deber religioso
  3. Karsh, Efraim. "Imperios de la arena: La lucha por el dominio en Oriente Medio, 1789-1923". Harvard University Press, 2001
  4. Cleveland, William L., y Martin Bunton. "Una historia del Oriente Medio moderno". Westview Press, 2016
  5. Gelvin, James L. "El conflicto Israel-Palestina: Cien años de guerra". Cambridge University Press, 2014
  6. El Plan de Partición de las Naciones Unidas para Palestina, 1947
  7. La Declaración Balfour de 1917 del Gobierno británico
  8. Morris, Benny. "Víctimas justas: A History of the Zionist-Arab Conflict, 1881-1999". Vintage, 2001
  9. Khalidi, Rashid. "Identidad palestina: La construcción de la conciencia nacional moderna". Columbia University Press, 1997