A lo largo de la historia, personas inteligentes han ideado inventos que podrían haber cambiado el mundo, pero sus descubrimientos se mantuvieron en secreto, fueron robados o se perdieron de formas extrañas. Estas son las historias de cinco inventos asombrosos que nunca alcanzaron todo su potencial, así como los tristes finales de las personas que los hicieron.
1. Starlite: La asombrosa sustancia que podría sobrevivir al fuego nuclear
Maurice Ward, un químico aficionado y ex peluquero de Hartlepool (Inglaterra), hizo a finales de los años 80 el que podría haber sido el descubrimiento material más importante del siglo XX. El invento de Ward, Starlite, era un compuesto plástico capaz de soportar temperaturas superiores a 10.000°C, es decir, tres veces el punto de fusión del diamante y la misma temperatura que la superficie del sol.
Ward tuvo la idea de su trabajo a raíz del terrible incendio del aeropuerto de Manchester en 1985, en el que murieron 55 personas en sólo 40 segundos por inhalar humo tóxico. Ward estaba decidido a fabricar un material que no se incendiara ni desprendiera humos tóxicos, así que empezó a probar distintas recetas en su cocina, mezclando hasta 20 combinaciones diferentes cada día.
Las pruebas demostraron que Starlite estaba compuesto por 21 polímeros y copolímeros orgánicos mezclados con cerámica y otras cosas. El material tenía características que parecían imposibles: podía resistir rayos láser que hacían subir la temperatura hasta 10.000°C, sólo se necesitaban nueve segundos para calentar una ojiva hasta 900°C, una fina capa de Starlite impedía que la temperatura subiera por encima de 40°C, se hacía más resistente a medida que se añadía más calor, no desprendía gases tóxicos ni humo cuando se exponía a un calor extremo y podía pintarse sobre cualquier superficie.
La NASA, Boeing y el Establecimiento de Armas Atómicas británico se fijaron en el invento de Ward. Sir Ronald Mason, que fue asesor científico jefe del Ministerio de Defensa, declaró: "Era muy escéptico cuando inicié este camino con Maurice. Ahora estoy completamente convencido de la veracidad de las afirmaciones".
Ward, por su parte, no quería compartir su fórmula porque temía que le hicieran ingeniería inversa. Quería poseer el 51% de cualquier negocio, lo que impidió que Starlite llegara al mercado. Ward murió en 2011, llevándose el secreto a la tumba. Sin embargo, Thermashield LLC dice que consiguió los derechos y volvió a fabricar el material en 2013.
2. El motor de 100 MPG de Tom Ogle: el invento que asustó a las grandes petroleras
En 1977, un joven de 24 años de El Paso, Texas, llamado Tom Ogle, que había abandonado el instituto, mostró algo que iba en contra de lo que la mayoría de la gente pensaba sobre cómo debían construirse los coches. Su Ford Galaxie de 1970, que él cambió, era un devorador de gasolina de 4.000 libras que conseguía unas asombrosas 100 millas por galón, recorriendo 200 millas con sólo dos galones de gasolina.
La gran oportunidad de Ogle llegó por casualidad mientras arreglaba un cortacésped en 1971. Probó algo nuevo después de pinchar accidentalmente el depósito de combustible: quitó el carburador y conectó una manguera directamente del depósito a la toma del carburador. El cortacésped funcionó durante 96 horas con el combustible que quedaba.
Ogle ideó su sistema de combustible de vapor tras hacer este descubrimiento. Se deshizo del viejo carburador y de la bomba de combustible y los sustituyó por un "filtro de caja negra" que inyectaba gasolina vaporizada directamente en las cámaras de combustión del motor en lugar de combustible líquido.
El 30 de abril de 1977, los reporteros y la gente que estaba mirando vieron al Galaxie de Ogle ir desde El Paso, Texas, hasta Deming, Nuevo México, y volver, una distancia de 200 millas, con sólo dos galones de gasolina. Antes y después de la prueba, el coche fue cuidadosamente revisado en busca de depósitos de combustible ocultos.
Ogle estaba sometido a una presión cada vez mayor, a pesar de que la tecnología parecía buena. Se dice que rechazó millones de dólares de petroleras y grandes empresas por su invento porque quería fabricarlo y venderlo él mismo. La vida de Ogle empeoró cuando le dispararon y le dieron por muerto en abril de 1981. Empezó a sentirse paranoico y le dijo a su abogado que creía que le estaban poniendo drogas en la bebida. Ogle, que entonces tenía 24 años, murió el 19 de agosto de 1981 por una sobredosis de Darvon (un analgésico) y alcohol.
3. La máquina del tiempo secreta del Vaticano: El cronovisor del padre Ernetti
El padre Pellegrino Ernetti, conocido monje benedictino, físico y exorcista de Venecia, hizo en los años sesenta una sorprendente afirmación que conmocionó tanto a la comunidad científica como a la religiosa. Dijo que había ayudado a fabricar el Cronovisor, una máquina que podía ver cosas que habían sucedido en el pasado, como la crucifixión de Jesucristo.
Ernetti no era un cura normal. Tenía maestrías tanto en física como en música, era un conocido experto en cantos gregorianos del pasado y uno de los exorcistas más famosos de Venecia. Tenía credenciales científicas porque trabajaba en el Centro de Protección Catódica de Milán y con algunos de los mejores físicos de su época.
Ernetti contó al sacerdote francés François Brune (en el libro de 2002 "Le Nouveau Mystère du Vatican") que el Cronovisor fue fabricado en la década de 1950 por un grupo de 12 científicos, entre ellos Enrico Fermi (físico galardonado con el Premio Nobel) y Wernher von Braun (antiguo científico nazi especializado en cohetes que más tarde ayudó a la NASA a llegar a la Luna).
Según Ernetti, el aparato tenía tubos de rayos catódicos y antenas, metales especiales que podían captar señales de luz y sonido en todas las longitudes de onda, y una forma de recrear ondas electromagnéticas y frecuencias sonoras del pasado. La idea era que todo acontecimiento deja tras de sí huellas electromagnéticas que pueden captarse y recomponerse para mostrar cómo sucedieron realmente las cosas en el pasado.
Se dice que, antes de morir en 1994, Ernetti admitió haber inventado partes de la historia, pero sus partidarios afirman que se vio obligado a hacerlo. El padre Brune y el periodista Peter Krassa discreparon de esta retractación, afirmando que Ernetti fue obligado a hacerlo por el Vaticano. Más tarde se demostró que la imagen de Cristo parecía una postal de una iglesia italiana, pero la cuestión principal sigue en pie: ¿Tenía el Vaticano la tecnología para ver el pasado?
4. El rayo de la muerte de Tesla: el arma que podría detener todas las guerras
Nikola Tesla es uno de los inventores más interesantes de la historia. Uno de sus proyectos más misteriosos fue la Telefuerza, un arma de rayos de partículas que, según Tesla, podía derribar 10.000 aviones enemigos a 300 kilómetros de distancia y acabar con todas las guerras.
Tesla habló a la prensa de su nuevo invento el día de su 78 cumpleaños, en 1934. Se decía que la Telefuerza (a la que los periodistas llamaban "rayo de la muerte", pero a Tesla no le gustaba ese nombre) era un arma defensiva que podía disparar partículas a través de una cámara de vacío a velocidades muy altas, enviar "miles de caballos de potencia" a través de un rayo "más fino que un cabello", destruir objetivos situados a una distancia de hasta 400 kilómetros y crear un escudo impenetrable alrededor de cualquier país.
Tesla dijo: "Mi aparato envía partículas que pueden ser muy grandes o muy pequeñas. Esto nos permite enviar trillones de veces más energía a un área pequeña a gran distancia que cualquier otro tipo de rayo."
El gobierno estadounidense se apresuró a proteger los papeles de Tesla tras su muerte en la habitación 3327 del Hotel New Yorker el 7 de enero de 1943. Pero el sobrino de Tesla, Sava Kosanović, que era embajador de Yugoslavia en Estados Unidos y se creía que simpatizaba con los comunistas, ya había estado en la habitación y la caja fuerte de Tesla. El FBI pensó que Kosanović había robado documentos importantes, pero cuando abrieron su caja fuerte cerrada, estaba vacía.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el ejército estadounidense puso en marcha el "Proyecto Nick" bajo el mando del general de brigada Laurence Cardee Craigie para probar las ideas de Tesla sobre los rayos de partículas. La Base Patterson de la Fuerza Aérea en Dayton, Ohio, obtuvo copias de los documentos de Tesla, pero el proyecto se detuvo discretamente, y todas las copias de los documentos sobre el rayo de la muerte de Tesla desaparecieron misteriosamente.
5. El sistema de codificación digital Sloot: Una forma revolucionaria de comprimir datos que desapareció
Jan Sloot, un técnico de televisión holandés, dijo a mediados de los 90 que había resuelto uno de los mayores problemas de la informática: la compresión extrema de datos. Se decía que su Sloot Digital Coding System (SDCS) podía hacer caber un largometraje entero en sólo 8 kilobytes. Sin embargo, la teoría moderna de la información dice que esto es matemáticamente imposible.
Aunque la tecnología parecía imposible, Sloot consiguió mucho dinero de los inversores. Roel Pieper, antiguo ejecutivo de Philips, dejó su trabajo para convertirse en CEO de la empresa de Sloot. Marcel Boekhoorn, un inversor tecnológico holandés, dio dinero a la empresa, y Tom Perkins, un inversor de capital riesgo estadounidense, escribió sobre la tecnología en su libro de 2007 "Valley Boy". La empresa pasó a llamarse "The Fifth Force, Inc." con planes para un gran acuerdo de licencias tecnológicas.
Jan Sloot murió de un ataque al corazón el 11 de julio de 1999, pocos días antes de firmar un gran contrato de licencia que le habría hecho muy rico. Tenía 54 años.
Tras su muerte, los investigadores descubrieron algunas cosas chocantes: el sistema de "compresión" tenía en realidad un disco duro oculto, las tarjetas inteligentes sólo contenían datos aleatorios, no claves de compresión significativas, faltaba el importante software "compilador" que debía fabricar las claves, y todo el código fuente y la documentación técnica habían desaparecido.
Conclusiones: Patrones de supresión y pérdida
Estos cinco inventos tienen algunas cosas muy preocupantes en común: todos tenían el potencial de cambiar industrias enteras, los inventores murieron o desaparecieron en momentos clave, sus documentos se perdieron o destruyeron justo después de morir, las industrias establecidas lucharon contra las innovaciones porque se verían perjudicadas por ellas, y el gobierno o las empresas mostraron interés pero luego las suprimieron o clasificaron.
Es posible que la humanidad haya perdido el acceso a tecnologías que podrían haber salvado innumerables vidas (la protección contra incendios de Starlite), resuelto crisis energéticas (la eficiencia del combustible de Ogle), revolucionado la comprensión histórica (el cronovisor), puesto fin a la guerra (el arma defensiva de Tesla) y transformado la comunicación digital (la compresión de Sloot) debido a una supresión deliberada, un momento desafortunado o el propio secretismo de los inventores.
Algunas de estas afirmaciones pueden haber sido exageradas o imposibles, pero el patrón muestra que las nuevas ideas a menudo tienen problemas que van más allá de los meramente técnicos. Las historias nos recuerdan que el progreso no siempre está garantizado y que los descubrimientos revolucionarios pueden desaparecer tan rápido como llegan.
La pregunta sigue en pie: ¿Cuántos otros inventos que podrían haber cambiado vidas se han perdido por mantenerse en secreto, ocultos o por simple mala suerte? ¿Y qué protecciones deberían existir para mantener a salvo nuevas ideas importantes por el bien de todas las personas?
En un mundo en el que la información puede almacenarse y compartirse al instante, quizá este tipo de pérdidas sean cosa del pasado. O quizá la próxima generación de inventores revolucionarios tenga que enfrentarse a nuevas formas de ser controlados y reprimidos.