Algunos temas científicos son tan controvertidos que sólo pronunciar sus nombres puede iniciar acaloradas discusiones en los círculos académicos. Uno de estos temas es la "memoria del agua". Esta teoría, que se sugirió por primera vez a finales de la década de 1980, generó muchos problemas en la comunidad científica y aún hoy se sigue hablando de ella.
El principio: La reivindicación revolucionaria de Jacques Benveniste
En 1988, Jacques Benveniste, inmunólogo francés, y sus colaboradores escribieron un artículo revolucionario para la revista Nature. Este estudio demostraba que las células basófilas humanas podían seguir respondiendo a diluciones muy altas de anticuerpos anti-IgE, incluso cuando los anticuerpos estaban tan diluidos que no quedaba ni una sola molécula del anticuerpo original.
La narración comienza cuando un joven médico del equipo de investigación de Benveniste planteó una pregunta interesante: ¿podrían utilizarse los mismos procedimientos empleados para encontrar alérgenos para comprobar la eficacia de los tratamientos homeopáticos? Benveniste, que al principio desconfió, aconsejó a su alumno: "Adelante, inténtalo si quieres, pero verás que algo tan diluido no es más que agua". Esto coincidía con lo que pensaba la mayoría de los científicos de la época.
Lo más chocante de los experimentos de Benveniste fue que la solución sólo funcionaba cuando se agitaba con fuerza. Benveniste dijo que esto era como "meter la llave de un coche en el río, recorrer kilómetros río abajo, obtener unas gotas de agua y arrancar el coche con el agua".
Algo extraño ocurrió cuando comenzaron los experimentos. Aunque el agua diluida no contenía nada del material alergénico original, ni siquiera una molécula, provocó reacciones alérgicas en los sujetos de las pruebas. Al parecer, el agua adoptó las características del alérgeno mientras se diluía.
La revista Nature y la persecución científica
Antes de que se publicara el estudio, John Maddox, editor de Nature, estaba bastante preocupado. A la revista le preocupaba que, si se publicaba, diera más credibilidad científica a los practicantes de la homeopatía. Maddox dijo: "Nuestras mentes no estaban cerradas
La revista aplazó la publicación del estudio durante dos años, pero al final no pudieron descubrir ningún problema científico. Al final, todos llegaron a un acuerdo. El 30 de junio de 1988, Nature publicó la investigación, pero también incluyó un editorial de Maddox titulado "Cuándo creer lo increíble". El editorial decía: "Hay buenas y específicas razones por las que la gente sensata debería, por el momento, esperar para tomar una decisión."
La investigación infame: Los magos como evaluadores científicos
Tras la publicación del artículo, Nature pidió a Benveniste que volviera a realizar los experimentos mientras su equipo de observación observaba. Pero el equipo que enviaron era increíble: Walter Stewart, que escribió sobre el fraude científico, y el famoso mago James Randi.
Fue una forma grosera e irrespetuosa de hacer las cosas. Imagínate encontrar algo importante, tener un trabajo reconocido y que luego un grupo de responsables de medios científicos envíen a un mago y a un teórico de la conspiración para demostrar que estás equivocado.
Se hicieron las pruebas, y aunque el primer grupo lo hizo tan bien como se esperaba, los siguientes no pudieron hacerlo tan bien. Las dos personas que observaron el experimento escribieron sobre él en Nature, calificándolo de "delirante" y utilizando frases como "innecesario y sin sentido".
Biología digital y pruebas DARPA
A Benveniste no le importó la ola de dudas. En DigiBio, la empresa que puso en marcha en París, se le ocurrió una razón distinta para sus insólitos resultados. Dijo que las biomoléculas envían señales electromagnéticas de baja frecuencia a sus moléculas receptoras, que los receptores captan como radios ajustadas a una frecuencia determinada.
En 2001, la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa de Estados Unidos (DARPA) contrató a un grupo de expertos de distintos campos para que examinaran un analizador de robots fabricado por el equipo de Benveniste. Los especialistas dijeron que observaron algunos impactos cuando el equipo de Benveniste estaba allí, pero que no pudieron obtener los mismos resultados después de que el equipo se marchara.
Apoyo al Premio Nobel: Luc Montagnier y el teletransporte de ADN
Luc Montagnier, que ganó el Premio Nobel en 2008 por descubrir el VIH, hizo otras afirmaciones sobre la memoria del agua en 2009. Afirmó que el ADN podría enviar señales electromagnéticas y que estas señales podrían "teletransportarse" a otras muestras a través del agua.
Los resultados indicaron que el agua infundida con la firma electromagnética del ADN podría impartir esta señal al agua totalmente limpia al mezclarse. Las pruebas demostraron que el porcentaje de éxito superaba el 80%.
Montagnier no dejó que nadie le desacreditara porque tenía un gran historial de éxitos y un Premio Nobel. Incluso creó un panel sobre la memoria del agua en las Naciones Unidas en 2014. Pero sus compañeros de trabajo y las supuestas revistas científicas no dejaban de atacarle.
La respuesta de la comunidad científica
La comunidad científica mayoritaria ha rechazado sistemáticamente las afirmaciones sobre la memoria del agua. Los críticos señalan varias cuestiones fundamentales:
- Falta de reproducibilidad: Laboratorios independientes han fracasado repetidamente en replicar los resultados de Benveniste en condiciones controladas.
- Violación de las leyes físicas: La memoria del agua contradice los principios establecidos de la química y la física
- Defectos metodológicos: Muchos experimentos carecen de controles adecuados y protocolos de cegamiento
- Cuestiones estadísticas: Los resultados suelen estar dentro del margen de error o muestran datos seleccionados.
Conclusiones: Lecciones del debate sobre la memoria del agua
Para la mayoría de los científicos actuales, la teoría de la memoria del agua representa un ejemplo de cómo las afirmaciones extraordinarias pueden captar la imaginación del público a pesar de carecer de apoyo científico. La memoria del agua contradice la comprensión científica de la química física y no es aceptada por la comunidad científica tras décadas de intentos fallidos de replicación.
El debate sobre la memoria del agua nos enseña importantes lecciones sobre el método científico, la importancia de la reproducibilidad y la necesidad de distinguir entre auténtica innovación científica y pseudociencia. Aunque debemos permanecer abiertos a los nuevos descubrimientos, también debemos mantener unos estándares rigurosos de evidencia.
En lugar de buscar propiedades mágicas en el agua, quizá deberíamos centrarnos en las propiedades realmente notables del agua: su papel en la vida, su estructura molecular única y su importancia para los ecosistemas de nuestro planeta. Estas características reales ya son suficientemente fascinantes sin necesidad de afirmaciones extraordinarias que carecen de apoyo científico.