Durante el apogeo de la Guerra Fría, mientras los satélites y aviones espía cartografiaban los territorios soviéticos desde arriba, otro tipo de inteligencia se llevaba a cabo a puerta cerrada. Este programa no se basaba en la tecnología, sino en la propia mente humana. Durante más de dos décadas, el gobierno de Estados Unidos financió la investigación de fenómenos psíquicos, intentando aprovechar el poder de la visión remota para operaciones militares y de inteligencia. Se trataba del Proyecto Stargate, uno de los programas más inusuales y controvertidos de la historia de la inteligencia estadounidense.
Orígenes: La carrera por el espacio interior
La historia del Proyecto Stargate comienza en 1970, cuando fuentes de inteligencia estadounidenses recibieron informes alarmantes sobre la investigación soviética de fenómenos psíquicos. Los funcionarios estadounidenses creían que la URSS gastaba aproximadamente 60 millones de rublos anuales en lo que denominaban investigación psicotrónica, y las estimaciones aumentaron a 300 millones de rublos en 1975. El detonante que impulsó la acción estadounidense fue la publicación en 1970 de Psychic Discoveries Behind the Iron Curtain (Descubrimientos psíquicos tras el Telón de Acero), de Sheila Ostrander y Lynn Schroeder. Este libro sugería que los soviéticos habían realizado importantes avances en parapsicología, lo que provocó lo que un periodista denominó la Carrera por el Espacio Interior.
A día de hoy sigue sin estar claro si el programa soviético estaba tan avanzado como se temía. Lo que importa es que las agencias de inteligencia estadounidenses creían que era real y estaban decididas a no quedarse atrás. En respuesta a estas preocupaciones, la CIA inició la financiación de un nuevo programa conocido como SCANATE, abreviatura de escaneo por coordenadas, que marcó el inicio oficial de la investigación del espionaje psíquico financiada por el gobierno.
El Instituto de Investigación de Stanford Años
La investigación sobre visión remota comenzó oficialmente en 1972 en el Stanford Research Institute de Menlo Park, California. El programa estaba dirigido por dos físicos, Harold Puthoff y Russell Targ, que acuñaron el término visión remota para describir la práctica de percibir psíquicamente lugares, objetos o sucesos distantes. El propio término fue sugerido por Ingo Swann, un artista neoyorquino que se autodenominaba psíquico y que sería fundamental para el desarrollo del programa.
Swann, que había relatado experiencias extracorpóreas desde la infancia, resultó ser una figura fundamental. No se limitó a participar como sujeto de pruebas, sino que participó activamente en la metodología de la investigación. Frustrado por el enfoque tradicional, en el que los sujetos eran tratados como cobayas pasivas, Swann documentó sus propios procesos psíquicos y trabajó con los investigadores para desarrollar lo que se conoció como visión remota por coordenadas. En este protocolo, a los espectadores sólo se les daban coordenadas geográficas y se les pedía que describieran lo que existía en esos lugares, sin proporcionarles ninguna otra información.
Uno de los primeros experimentos que captó la atención fue el de Uri Geller, el psíquico israelí famoso por doblar cucharas. Puthoff y Targ sometieron a Geller a pruebas en el SRI a principios de la década de 1970, y sus resultados, aparentemente positivos, despertaron el interés del Departamento de Defensa. Sin embargo, los experimentos de Geller se convertirían más tarde en polémicos, con críticas que apuntaban a controles inadecuados y al conocido uso por parte de Geller de técnicas de magia escénica. Ray Hyman, profesor de psicología contratado para evaluar a Geller, llegó a la conclusión de que era un completo fraude, lo que provocó la pérdida de la financiación gubernamental para futuras investigaciones de Geller.
Más convincentes para la comunidad de inteligencia fueron los experimentos con otros sujetos. Pat Price, un ex policía de Burbank (California), demostró habilidades que impresionaron a los responsables de la CIA. En una prueba notable de 1974, a Price sólo se le dieron las coordenadas geográficas de un supuesto centro soviético de pruebas nucleares en Semipalatinsk. Sin ninguna otra información, describió que estaba tumbado en el tejado de un edificio de ladrillo con una gigantesca grúa que se movía sobre raíles, junto con estructuras parecidas a torres de perforación de pozos petrolíferos. Sus descripciones incluían detalles específicos sobre la instalación que, según se informa, coincidían con información clasificada de los servicios de inteligencia.
La fase operativa: Fort Meade
A finales de la década de 1970, el programa pasó de la investigación pura al trabajo de inteligencia operativa, trasladándose de California a Fort Meade, Maryland. La Agencia de Inteligencia de Defensa asumió el control y la iniciativa pasó por varios nombres en clave, como GRILL FLAME, CENTER LANE y SUN STREAK, antes de consolidarse como Proyecto Stargate en 1991.
La unidad de Fort Meade empleaba a telespectadores militares y civiles encargados de operaciones de recopilación de información. Joseph McMoneagle, suboficial jefe del Ejército de Estados Unidos, se hizo conocido como el Telespectador 001 y sus partidarios lo consideran uno de los profesionales con más éxito. McMoneagle participó en miles de sesiones de visión remota y afirmó que su trabajo tenía unos índices de precisión de entre el 65 y el 75 por ciento. Recibió la Legión del Mérito por su contribución a diversas operaciones de inteligencia, y en documentos oficiales se menciona que proporcionó información sobre 150 objetivos que no estaba disponible en otras fuentes.
Entre los éxitos operativos reivindicados por el programa figura la localización de un avión soviético derribado en Zaire en 1979. Al parecer, Rosemary Smith, una joven auxiliar administrativa reclutada por el programa, localizó el lugar donde se había estrellado un avión soviético que transportaba una bomba atómica después de que fallara el reconocimiento convencional. Los técnicos cartográficos convirtieron sus descripciones en coordenadas geográficas y, dos días después, el avión fue descubierto en el lugar previsto, lo que permitió a los agentes de la CIA recuperar valiosa tecnología soviética.
Otro caso notable fue el secuestro en 1981 del general del ejército estadounidense James Dozier por la Brigada Roja en Italia. Al parecer, los telespectadores dibujaron el lugar donde estaba retenido Dozier y describieron detalles de su cautiverio. McMoneagle también afirmó haber descrito con exactitud el interior de una instalación de fabricación soviética de alto secreto y haber predicho la construcción del submarino de clase Typhoon, desconocido para la inteligencia occidental en aquel momento. Además, afirmó haber predicho correctamente cuándo abandonaría la órbita el Skylab y dónde impactaría en la superficie de la Tierra, once meses antes de que ocurriera.
El programa amplió su alcance más allá de los objetivos terrestres. En uno de los experimentos más extraordinarios, se encargó a Ingo Swann que observara a distancia el planeta Júpiter antes del sobrevuelo del Pioneer 10 de la NASA en 1973. Para sorpresa de los investigadores, Swann describió haber visto anillos alrededor de Júpiter. En aquel momento, esto pareció un error, ya que no se sabía que Júpiter tuviera anillos, y los investigadores se preguntaron si Swann había visto accidentalmente Saturno en su lugar. Sin embargo, cuando el Pioneer 10 realizó su sobrevuelo, confirmó la existencia de anillos jovianos que hasta entonces no se habían descubierto. En sesiones posteriores se intentó ver Marte a distancia, y varios observadores describieron estructuras piramidales, ciudades antiguas y pruebas de civilizaciones pasadas en el Planeta Rojo.
Métodos y técnicas
El Proyecto Stargate empleó varias técnicas de visión remota a lo largo de su vida operativa. La visión remota por coordenadas, el método original desarrollado en el SRI con la aportación de Ingo Swann, requería que los observadores trabajaran únicamente con coordenadas geográficas. La visión remota ampliada incorporaba técnicas de relajación y meditación para alcanzar estados alterados de conciencia. Un tercer enfoque, la Visión Remota Escrita, combinaba elementos de escritura automática y canalización, aunque resultó controvertido y fue considerado menos fiable por muchos dentro del programa.
El procedimiento operativo estándar incluía protocolos estrictos de doble ciego para evitar la contaminación de los resultados. Los observadores remotos se mantenían aislados de la información sobre el objetivo, y los resultados se documentaban antes de proporcionar cualquier comentario. Las sesiones se realizaban normalmente en entornos controlados, a menudo en salas blindadas diseñadas para eliminar las interferencias electromagnéticas. Un entrevistador guiaba al observador remoto a lo largo del proceso, ayudándole a describir sus impresiones mentales sin llevarle a conclusiones concretas.
Los protocolos de formación hacían hincapié en el desarrollo de un estado mental específico que los observadores remotos denominaban línea de señal, una conciencia focalizada que les permitía percibir objetivos lejanos. Los alumnos aprendían a distinguir entre las impresiones psíquicas reales y la imaginación o la superposición analítica. El proceso requería que los observadores informaran de datos sensoriales brutos, colores, texturas, temperaturas y relaciones espaciales, antes de intentar analizar o identificar lo que estaban percibiendo.
En su punto álgido, a mediados de los años ochenta, el programa llegó a contar con siete observadores a tiempo completo, además de personal analítico y de apoyo. Más de cuarenta personas trabajaron en el programa en distintos momentos, y unas 23 lo hicieron a lo largo de su historia. En 1995, cuando se puso fin al programa, sólo quedaban tres videntes remotos en activo y, según McMoneagle, uno de ellos utilizaba las cartas del tarot en lugar de los protocolos establecidos.
Escrutinio científico y controversia
Desde sus inicios, el Proyecto Stargate se enfrentó a un gran escepticismo por parte de la comunidad científica. Los primeros experimentos del SRI con Puthoff y Targ fueron objeto de intensas críticas por defectos metodológicos. Los psicólogos David Marks y Richard Kammann intentaron reproducir los experimentos de visión remota del SRI en una serie de 35 estudios durante la década de 1970. No pudieron reproducir los resultados positivos y descubrieron lo que consideraban graves problemas en el diseño original de la investigación.
Cuando Marks y Kammann examinaron las transcripciones de los experimentos de ISR, encontraron numerosas pistas que podrían haber influido en el proceso de evaluación. Las transcripciones contenían referencias a objetivos anteriores, fechas escritas en la parte superior de las páginas y otra información que podía permitir a los jueces relacionar las descripciones con los objetivos mediante deducciones normales y no mediante habilidades psíquicas. Cuando solicitaron las transcripciones inéditas a Targ y Puthoff para verificar sus hallazgos, los investigadores se negaron inicialmente a facilitarlas, una postura poco habitual en la investigación científica, donde se espera transparencia en los datos. Finalmente, Marks y Kammann obtuvieron las transcripciones a través de un juez que participó en los experimentos y encontraron lo que describieron como una gran cantidad de pistas. Cuando se eliminaron estas pistas, los resultados se redujeron a niveles de azar.
El psicólogo C.E.M. Hansel evaluó los experimentos y observó una falta de controles adecuados y un informe inadecuado del diseño experimental. Llegó a la conclusión de que los estudios estaban demasiado poco controlados para cumplir una función científica útil. El informe de 1988 del Consejo Nacional de Investigación de los Estados Unidos afirmaba sin rodeos que no cabía duda de que los estudios Targ-Puthoff eran defectuosos.
Otras críticas se centraron en la implicación de personas vinculadas a la Cienciología. Tanto Harold Puthoff como Ingo Swann habían sido cienciólogos activos, habiendo alcanzado altos niveles dentro de la organización. Pat Price también había sido cienciólogo. Los críticos sugirieron que esta conexión planteaba dudas sobre la objetividad de la investigación y la posible influencia de los conceptos de la Cienciología en el desarrollo de los protocolos de visión remota.
La revisión de 1995 AIR: El fin de Stargate
El momento decisivo para el Proyecto Stargate llegó en 1995, cuando el programa pasó del control de la Agencia de Inteligencia de Defensa a la CIA. La CIA encargó al American Institutes for Research una evaluación externa de la eficacia del programa y de su valor para la comunidad de inteligencia. Para garantizar una evaluación equilibrada, AIR contrató a dos investigadores con puntos de vista opuestos sobre la parapsicología para que redactaran el informe.
Jessica Utts, estadística y profesora de la Universidad de California en Irvine, abordó la revisión con una mentalidad abierta hacia los fenómenos psíquicos. Ray Hyman, psicólogo de la Universidad de Oregón, era un conocido escéptico y crítico de la investigación parapsicológica. Su tarea consistía en evaluar tanto la validez científica de la investigación como la utilidad operativa de la visión remota para la recopilación de información.
Los revisores llegaron a conclusiones diferentes sobre las pruebas estadísticas. Utts consideró que los resultados eran convincentes, y observó que los sujetos puntuaban entre un 5 y un 15% por encima de lo esperado y que se habían obtenido resultados similares en distintos laboratorios. En su opinión, esta coherencia entre múltiples estudios era difícil de explicar únicamente por el azar, el fraude o la coincidencia. Utts concluyó que se había demostrado un efecto estadísticamente significativo en entornos de laboratorio, lo que sugería que la visión remota representaba una capacidad humana genuina que merecía más estudio.
Hyman se mostró de acuerdo en que los datos mostraban algo inusual, y afirmó que los hallazgos contemporáneos, junto con los resultados del programa, parecen indicar que está ocurriendo algo más que extraños contratiempos estadísticos. Sin embargo, encontró lo que consideró posibles fallos en los métodos experimentales y determinó que los resultados no eran lo suficientemente coherentes con los experimentos realizados fuera del programa. Hyman argumentó que, aunque los resultados de laboratorio fueran válidos, no demostraban la existencia del funcionamiento psíquico porque las pruebas eran totalmente negativas, basadas en la incapacidad de explicar los resultados por medios normales en lugar de demostrar un mecanismo positivo de cómo funcionaba la visión remota.
El segundo componente de la revisión AIR examinó la utilidad operativa. Dos psicólogos evaluaron si la visión remota había proporcionado inteligencia útil que pudiera informar decisiones o acciones. Su evaluación fue inequívoca. Llegaron a la conclusión de que la información proporcionada por la visión remota era sistemáticamente vaga y ambigua, lo que dificultaba o imposibilitaba la obtención de información útil. El informe señalaba que, en los casos más conocidos de aciertos espectaculares, había motivos para sospechar que los observadores a distancia podían tener mucha más información de fondo de lo que parecía en un principio.
El informe final de AIR concluía que, aunque se produjera un fenómeno paranormal en condiciones de laboratorio, estas condiciones tenían una aplicabilidad limitada a las operaciones de inteligencia en el mundo real. La naturaleza de los objetivos de visión remota en experimentos controlados era muy diferente de los requisitos de inteligencia operativa, y la información producida era demasiado imprecisa para ser útil. El informe afirmaba explícitamente que ningún informe de visión remota había proporcionado nunca información procesable para ninguna operación de inteligencia.
Basándose en estos resultados, la CIA puso fin al proyecto de 20 millones de dólares en 1995, alegando la falta de pruebas documentadas de que el programa tuviera algún valor para la comunidad de inteligencia. En la decisión también influyeron consideraciones presupuestarias más amplias posteriores a la Guerra Fría y una reevaluación general de los programas clasificados que parecían menos críticos en el nuevo entorno geopolítico.
El legado y el debate permanente
La desclasificación de los documentos del Proyecto Stargate en 1995, con materiales adicionales publicados a través del archivo CREST de la CIA en 2017, abrió una ventana a uno de los capítulos más extraños de la historia de la inteligencia de la Guerra Fría. La existencia del programa confirmó que en los niveles más altos del gobierno, los funcionarios estaban dispuestos a explorar enfoques no convencionales para la recopilación de inteligencia, incluso aquellos que parecían desafiar la comprensión científica convencional.
Los partidarios de la visión remota señalan casos concretos de éxito y argumentan que el programa se interrumpió prematuramente debido al estigma y al factor risa que McMoneagle describió, en el que los funcionarios de inteligencia querían utilizar los resultados pero no estaban dispuestos a que se les asociara públicamente con la investigación psíquica. Sugieren que la evaluación de 1995 hizo hincapié en los resultados negativos y restó importancia a los éxitos operativos, y que las pruebas estadísticas de los estudios de laboratorio demuestran un fenómeno real que merece seguir investigándose.
Los escépticos replican que los éxitos declarados pueden explicarse por una combinación de factores, como descripciones generales y vagas que pueden adaptarse a los objetivos a posteriori, un fenómeno conocido como validación subjetiva. Señalan que el ser humano tiende por naturaleza a recordar los aciertos y a olvidar los errores, y que los éxitos anecdóticos no constituyen pruebas científicas. Su incapacidad para producir información útil de forma sistemática durante más de dos décadas de funcionamiento demuestra que, independientemente de las anomalías estadísticas que puedan existir en los laboratorios, la visión remota no tiene ningún valor práctico para las labores de inteligencia.
El consenso científico sigue siendo que no se ha demostrado que la visión remota funcione en condiciones adecuadamente controladas. Experimentos recientes han fracasado sistemáticamente a la hora de replicar los resultados positivos de los primeros estudios de ISR cuando se aplican controles adecuados. En general, los investigadores convencionales consideran que el fenómeno es pseudociencia, y las explicaciones de los aparentes éxitos van desde fallos metodológicos hasta la tendencia psicológica a encontrar patrones significativos en información aleatoria o ambigua.
Impacto cultural
La influencia del Proyecto Stargate se extendió más allá de los círculos de inteligencia y llegó a la cultura popular. El programa inspiró numerosos libros, documentales y películas. La adaptación ficticia más notable fue la película de 2009 Los hombres que miraban fijamente a las cabras, protagonizada por George Clooney y Jeff Bridges, basada en el libro homónimo de Jon Ronson de 2004. Aunque la película se tomó considerables libertades creativas y se centró en aspectos más extraños de la investigación paranormal militar, introdujo a millones de espectadores en el concepto básico de que el ejército estadounidense había investigado seriamente los fenómenos psíquicos.
Varios participantes en el programa escribieron memorias y libros describiendo sus experiencias. Joseph McMoneagle publicó varias obras, entre ellas The Stargate Chronicles y Mind Trek, en las que relata su estancia como Remote Viewer 001. Russell Targ y Harold Puthoff escribieron sobre su investigación en el SRI. Russell Targ y Harold Puthoff escribieron sobre su investigación en el SRI, y varios periodistas e investigadores han producido historias del programa desde diferentes perspectivas. Estos relatos van desde la firme defensa de la realidad de los fenómenos psíquicos hasta el examen crítico de los fallos de la investigación.
La desclasificación también generó una industria comercial de visión remota. Varias personas que participaron en el programa o fueron formadas por él ofrecen ahora cursos de visión remota, servicios de consultoría y programas de formación al público. Miles de personas han estudiado técnicas de visión remota y organizaciones como la Asociación Internacional de Visión Remota promueven la investigación y las aplicaciones de esta práctica. Sigue siendo objeto de intenso debate si estas empresas comerciales representan la continuación de una capacidad humana legítima o la explotación de la fascinación del público por lo paranormal.
Conclusiones: Lo que revela el Proyecto Stargate
El Proyecto Stargate representa un fascinante caso de estudio sobre cómo responden los gobiernos a las amenazas percibidas y los límites de lo que las instituciones están dispuestas a explorar cuando está en juego la seguridad nacional. El programa demuestra que, durante la Guerra Fría, las agencias de inteligencia estadounidenses estaban dispuestas a investigar incluso enfoques muy poco convencionales si creían que los adversarios podían estar haciendo lo mismo. El temor a una brecha psíquica con la Unión Soviética resultó suficiente para mantener la financiación durante más de dos décadas, a pesar de las persistentes dudas sobre la validez científica y el valor operativo del programa.
El debate sobre el Proyecto Stargate también ilustra los retos que plantea la investigación de fenómenos que se encuentran en los límites del conocimiento científico. El programa se desarrolló en un espacio donde los éxitos anecdóticos competían con los fracasos experimentales, donde las anomalías estadísticas chocaban con la inverosimilitud teórica y donde los verdaderos creyentes se enfrentaban a los escépticos más acérrimos, sin que ninguna de las partes pudiera demostrar definitivamente sus argumentos a satisfacción de la otra. La cuestión de si la visión remota representa una capacidad humana real o un elaborado ejemplo de ilusiones, metodología defectuosa y validación subjetiva sigue sin resolverse en las mentes de quienes continúan debatiendo el legado de este inusual programa.
Lo cierto es que el Proyecto Stargate consumió importantes recursos, implicó a personal dedicado que creía de verdad en su misión y, en última instancia, no produjo información que las organizaciones que lo financiaban consideraran lo suficientemente valiosa como para continuar. Que esto represente el abandono de una prometedora vía de investigación o la finalización tardía de un programa que nunca tuvo mérito científico depende en gran medida de las creencias previas de cada uno sobre la posibilidad de los fenómenos psíquicos. Los documentos desclasificados del Proyecto Stargate proporcionan pruebas que ambos bandos siguen explotando en apoyo de sus posiciones, asegurando que el debate sobre los espías psíquicos de Estados Unidos continuará durante años.
Referencias
- CIA Freedom of Information Act Electronic Reading Room - Documentos del Proyecto Stargate
- Institutos Americanos de Investigación - "An Evaluation of Remote Viewing Research and Applications" (1995)
- Stanford Research Institute/SRI International - Documentos de investigación sobre visión remota (1972-1988)
- Entradas de Wikipedia sobre el Proyecto Stargate, la visión remota, Joseph McMoneagle, Harold Puthoff, Russell Targ e Ingo Swann
- Federación de Científicos Estadounidenses - Documentación del programa STAR GATE
- Marks, David y Kammann, Richard - Estudios sobre intentos de réplica de experimentos de visión remota
- Utts, Jessica y Hyman, Ray - 1995 Componentes de revisión AIR
- McMoneagle, Joseph - "Las crónicas de Stargate: Memorias de un espía psíquico"
- Popular Mechanics - "Dentro de Stargate: When Psychics Became U.S. Government Assets" (2025)
- Historia de la Guerra Online - "Proyecto Stargate: Cuando la CIA intentó aprovechar la energía psíquica contra los soviéticos" (2024)
- Publicaciones en revistas sobre investigación en visión remota y estudios de parapsicología
- Consejo Nacional de Investigación - Informe de 1988 sobre afirmaciones paranormales