Una cápsula del tiempo desde el espacio
Una observación rutinaria del cielo nocturno en el Valle del Río Hurtado, en Chile, el 1 de julio de 2025, descubrió algo muy extraño. El Sistema de Última Alerta de Impacto Terrestre de Asteroides de la NASA incluye el telescopio ATLAS. Vio un extraño objeto moviéndose muy rápidamente a través de la constelación de Sagitario. Los astrónomos de todo el mundo se dieron cuenta rápidamente de que estaban viendo algo inusual: un visitante de otro sistema estelar.
Este viajero celeste, conocido oficialmente como 3I/ATLAS, es solo el tercer objeto interestelar confirmado que pasa por nuestro vecindario cósmico. Al igual que el misterioso 'Oumuamua en 2017 y el cometa 2I/Borisov en 2019, este antiguo viajero trae consigo misterios que nos dificultan comprender cómo se forman los planetas y cómo funciona la química de los sistemas estelares lejanos.
El hecho de que 3I/ATLAS sea tan antiguo es lo que lo hace tan interesante. Los astrónomos creen que este cometa podría tener unos 7.000 millones de años, basándose en su trayectoria galáctica y su velocidad. Esto lo haría mucho más antiguo que todo nuestro sistema solar. Matthew Hopkins y su equipo de la Universidad de Oxford descubrieron que 3I/ATLAS probablemente procedía del "disco grueso" de la Vía Láctea, que es un antiguo grupo de estrellas que orbita por encima y por debajo del delgado plano galáctico donde se encuentra nuestro Sol.
"This is an object from a part of the galaxy we've never seen up close before. We think there's a two-thirds chance this comet is older than the solar system and has been moving through space ever since." - Professor Chris Lintott, University of Oxford
Para ponerlo en perspectiva, nuestro Sol ni siquiera había nacido cuando 3I/ATLAS se formó por primera vez alrededor de un sistema estelar muy lejano. Antes de que se formara la Tierra, el cometa llevaba alrededor de 3.000 millones de años existiendo. Este remanente helado ha visto explosiones de supernovas, ha viajado a través de nubes de gas interestelar y se ha bañado en radiación cósmica procedente de fuentes que sólo podemos imaginar durante su increíblemente largo viaje a través de la galaxia.
Una extraña marca química
A medida que 3I/ATLAS se acercaba al sistema solar interior, los astrónomos utilizaron un número récord de herramientas de observación. El telescopio espacial James Webb, el telescopio espacial Hubble, el Very Large Telescope de Chile y muchos otros telescopios apuntaron sus instrumentos hacia este inusual visitante. Lo que encontraron fue muy extraño.
A principios de agosto de 2025, el telescopio espacial James Webb realizó observaciones infrarrojas que mostraron algo asombroso: el dióxido de carbono constituía la mayor parte de la coma del cometa, que es la nube de gas y polvo que rodea su núcleo. La proporción entre CO₂ y agua era de aproximadamente 8:1, una de las más altas jamás observadas en un cometa. Este descubrimiento conmocionó a la comunidad astronómica.
Los investigadores escribieron en un estudio publicado en arXiv: "La relación de mezcla CO₂/H₂O del coma, de 8,0±1,0, se encuentra entre las más altas jamás vistas en un cometa, y está 6,1-sigma por encima de la tendencia en función de la distancia heliocéntrica para cometas de período largo y de la familia de Júpiter." Estar "6,1-sigma" por encima de la norma significa que esto es muy extraño y no algo que esperaríamos que ocurriera por azar.
El hielo de agua suele ser el tipo de hielo más común en los cometas de nuestro sistema solar a esta distancia del Sol. El hecho de que 3I/ATLAS contenga tanto dióxido de carbono sugiere que se formó de una manera muy diferente a la de los cometas que conocemos. Esto podría significar que el objeto estuvo expuesto a más radiación que los cometas de nuestro sistema solar, o que se formó cerca de la línea de hielo de CO₂ en su disco protoplanetario madre.
El rompecabezas del níquel
Hubo más sorpresas químicas. El Very Large Telescope de Chile encontró otra cosa extraña: vapor de níquel atómico en la coma del cometa, pero no hierro. Esto es muy extraño porque el hierro y el níquel suelen aparecer juntos en la naturaleza, formados en los mismos procesos de supernova, y se encuentran en cantidades similares en la mayoría de los cuerpos celestes.
"When comets get close to the Sun, the heat makes water and other ices, like carbon dioxide and carbon monoxide, evaporate. This releases gases that make up the typical coma. But 3I/ATLAS broke the rules: it didn't show these compound gases, but it did let out nickel atoms, a metal that had never been seen before at such a great distance from the Sun and without iron signs." - Thomas Puzia, Center for Astrophysics and Related Technologies
Juan Pablo Carvajal, estudiante de doctorado que trabaja en las observaciones, declaró: "El níquel siempre se ha visto con el hierro en los cometas del Sistema Solar y en el anterior objeto interestelar 2I/Borisov. Aquí lo vemos activado por sí solo, lo que es el primer signo de un fósil criogénico de hace miles de millones de años".
Esta firma de níquel sin hierro se parece a algunos procesos industriales en la Tierra, especialmente los que utilizan compuestos de tetracarbonilo de níquel que pueden formarse a temperaturas muy bajas. Esto no significa que el cometa esté hecho por el hombre, pero sí que se están produciendo procesos químicos que no comprendemos del todo.
Lo que podemos ver desde Marte
A medida que el 3I/ATLAS se acercaba al Sol (el perihelio), nos brindaba otra oportunidad que nunca antes había ocurrido. El 3 de octubre de 2025, el cometa se acercó a menos de 30 millones de kilómetros de Marte, lo que proporcionó a los orbitadores de Marte de la Agencia Espacial Europea una vista única del planeta.
Las naves espaciales ExoMars Trace Gas Orbiter y Mars Express apuntaron sus cámaras lejos de la superficie del Planeta Rojo para tomar imágenes de este lejano visitante. Estas herramientas se crearon para observar Marte a sólo 250 millas de distancia, pero fueron capaces de tomar imágenes de un objetivo que se encontraba a casi 20 millones de millas. Para ello se necesitaron largas exposiciones y una sincronización precisa, lo que lo convierte en lo más cerca que una nave espacial ha estado nunca de ver un objeto procedente de otro sistema estelar.
Los investigadores dijeron: "Normalmente, el orbitador, que ha estado observando Marte desde 2016, apunta su cámara hacia abajo en la superficie del planeta. En este caso, se centró en un punto que estaba a casi 32 millones de kilómetros y utilizó exposiciones de cinco segundos para encontrar un objetivo que solo era entre 1/1.000 y 1/100.000 veces más brillante que sus observaciones normales."
La teoría de la tecnología alienígena
En medio de todo este revuelo científico, una voz ha hecho una afirmación mucho más impactante. Avi Loeb, astrofísico de Harvard, ha hecho afirmaciones similares sobre 'Oumuamua y ha dicho que 3I/ATLAS podría ser un objeto artificial, tal vez incluso una nave nodriza alienígena.
Loeb y algunos de sus colaboradores escribieron un artículo en el que enumeraban ocho "anomalías" que, en su opinión, podrían apuntar a un origen tecnológico. Entre ellas se encuentran la trayectoria del objeto, muy cercana al plano de la eclíptica, su proximidad a varios planetas, el momento de su perihelio tras el Sol (que no es visible desde la Tierra) y su extraña composición química.
"As of now, I give a 30-40% chance that 3I/ATLAS does not have a fully natural origin. This unlikely scenario includes the chance of a black swan event like a Trojan Horse, where a technological object pretends to be a natural comet." - Avi Loeb, Harvard University
Loeb incluso sacó a colación la teoría del "Bosque Oscuro", que procede de la ciencia ficción y dice que las civilizaciones avanzadas permanecen en silencio para que sus vecinos no las descubran. Esta idea dice que 3I/ATLAS podría estar aprovechando su paso por detrás del Sol para hacer una maniobra Oberth, que es una forma que tienen las naves espaciales de ganar o perder velocidad rápidamente al acercarse a un objeto grande.
La mayoría de los científicos, en cambio, han rechazado tajantemente estas afirmaciones. "Parece un cometa. Hace cosas de cometa. Se parece muchísimo, en casi todos los aspectos, a los cometas que conocemos", declaró Tom Statler, científico jefe de la NASA para cuerpos pequeños del Sistema Solar.
Hay muchos problemas con la hipótesis de Loeb. En primer lugar, muchas de las cosas que él llama "anomalías" no son realmente extrañas. Cuando los cometas están en su perihelia, quedan temporalmente ocultos a la vista de la Tierra porque están en línea con el Sol. Esto le ocurre a entre el 20% y el 35% de todos los cometas. La alineación del objeto con el plano de la eclíptica está dentro del rango de variación estadística normal para los objetos interestelares. Y en un sistema solar con ocho planetas que se mueven a diferentes velocidades, sería más sorprendente que una trayectoria orientada al azar no se acercara a unos cuantos planetas.
Los argumentos de Loeb también caen víctimas de lo que los filósofos llaman la "falacia de la pregunta cargada". Calcula probabilidades muy bajas para resultados muy específicos (como esta trayectoria exacta en este momento exacto) sin tener en cuenta que muchos otros resultados específicos habrían sido igual de improbables. Es como sorprenderse de haber obtenido una determinada mano de póquer cuando, en realidad, todas las manos son igual de improbables.
La ciencia detrás de las afirmaciones asombrosas
La respuesta científica a las afirmaciones de Loeb subraya un principio fundamental: las afirmaciones extraordinarias necesitan pruebas extraordinarias. La extraña química del 3I/ATLAS es muy interesante, pero hay muchas explicaciones naturales que no necesitan sacar a relucir civilizaciones extraterrestres.
Es posible que el cometa se haya formado en una parte distinta del espacio con sustancias químicas diferentes, lo que podría explicar los altos niveles de dióxido de carbono. Las emisiones de níquel desprovistas de hierro podrían explicarse por la química del carbonilo metálico que se produce a las gélidas temperaturas del espacio interestelar. La "anticola" que apunta hacia el Sol es un efecto bien conocido en los cometas que se produce debido a la forma en que se expulsan las partículas de polvo y a la presión de la radiación solar.
"We know these objects are from outside the solar system because their orbits are hyperbolic and they come and go without ever coming back." - Darryl Seligman, Michigan State University
Esta trayectoria hiperbólica es exactamente lo que cabría esperar de un objeto natural en el espacio, no algo que necesite propulsión artificial para explicarse.
Una mirada a la química en el pasado
Lo que hace que el 3I/ATLAS tenga tanta importancia científica es que nos muestra cómo era la química hace miles de millones de años. Cuando se formó este cometa, el universo era muy diferente. Las tasas de formación estelar, el enriquecimiento químico y muchos otros aspectos del entorno galáctico que dieron forma a los sistemas planetarios hace miles de millones de años eran diferentes.
La altísima relación CO₂/H₂O sugiere que 3I/ATLAS puede haberse formado en condiciones que hoy consideramos raras o inexistentes. Esto podría demostrar que los procesos químicos que tienen lugar cuando se forman los planetas pueden ir de muchas maneras diferentes dependiendo de la estrella anfitriona, la ubicación en el disco protoplanetario y el momento de la historia galáctica.
El hecho de que haya níquel pero no hierro podría enseñarnos algo aún más importante. Si se confirma que esta firma se debe a procesos químicos que ocurren a temperaturas muy bajas, podría ayudarnos a encontrar nuevos tipos de objetos en el espacio. Los estudios futuros podrían encontrar estas "huellas" químicas y utilizarlas como marcadores para encontrar cometas más antiguos, químicamente únicos, de otros sistemas estelares.
Encontrar objetos interestelares en el futuro
3I/ATLAS será probablemente uno de los muchos cometas interestelares que se han encontrado. Basándose en simulaciones, los astrónomos creen que miles de objetos procedentes de otros sistemas estelares atraviesan nuestro sistema solar cada año, pero la mayoría son demasiado pequeños o están demasiado lejos para verlos.
El Observatorio Vera C. Rubin, que se está construyendo en Chile, cambiará radicalmente esta situación. Este telescopio podrá escanear todo el cielo visible desde el hemisferio sur cada pocas noches una vez que empiece a funcionar. Los científicos creen que encontrará docenas o incluso cientos de objetos de otras estrellas en los próximos diez años.
Habrá tantos que los astrónomos podrán por fin comprender cómo son estadísticamente estos objetos. ¿La mayoría son rocosos o helados? ¿Qué sustancias químicas contienen? ¿Qué nos dice la distribución de su población sobre cómo se forman los planetas en las distintas partes de la galaxia? Si respondemos a estas preguntas, podremos contar una historia mucho más amplia sobre cómo se forman los planetas y cómo cambian con el tiempo en toda la galaxia.
Una misión de interceptación
La misión Comet Interceptor de la Agencia Espacial Europea es la mejor manera de comprender realmente los objetos de otros sistemas estelares. Esta insólita misión, cuyo lanzamiento está previsto para 2029, no perseguirá inmediatamente a un cometa determinado. En su lugar, se dirigirá a un punto gravitatoriamente estable del espacio y esperará allí, lista para ser enviada rápidamente hacia un visitante interestelar recién descubierto o un cometa prístino que entre por primera vez en el sistema solar interior.
La misión estará compuesta por tres naves espaciales. Cuando se acerquen a su objetivo, se separarán y lo observarán desde distintos ángulos al mismo tiempo, lo que nos proporcionará una visión tridimensional. Los instrumentos a bordo medirán la química, los campos magnéticos, las partículas de polvo y la estructura general del cometa, proporcionándonos datos mucho mejores que los que podríamos obtener desde muy lejos en la Tierra.
Si el Cometa Interceptor tiene la suerte de encontrarse con un objeto de otro sistema estelar, podría responder a muchas de las preguntas que ha planteado 3I/ATLAS. Hacer que una nave espacial vuele cerca de uno de estos antiguos viajeros podría ayudarnos a averiguar si sus extrañas químicas son reales o sólo artefactos de lo que podemos ver desde la Tierra. También podría permitirnos obtener una muestra directa de material procedente de otro sistema estelar, lo que sería una primicia en la historia de la humanidad.
La historia en general
Al final, la historia de 3I/ATLAS es un caso de estudio sobre cómo funcionan los descubrimientos científicos. Demuestra que pueden ocurrir cosas interesantes incluso en un estudio rutinario del cielo. Nos muestra cosas sobre el universo que desconocíamos, como el hecho de que los sistemas planetarios pueden formarse químicamente de muchas maneras diferentes. Y lo que es más importante, nos recuerda que no hemos hecho más que empezar a explorar las maravillas del universo. Cada nuevo descubrimiento da lugar a más preguntas, y cada respuesta nos lleva más lejos en la red cósmica de la que todos formamos parte.
El debate 3I/ATLAS también demuestra lo importante que es ser cuidadoso en ciencia. Las afirmaciones extraordinarias necesitan pruebas extraordinarias, pero los descubrimientos más interesantes a menudo provienen de observar los detalles de comportamientos extraños "ordinarios". Sea o no 3I/ATLAS una nave extraterrestre (y todas las pruebas dicen que no lo es), los misterios que encierra como objeto natural son lo suficientemente fascinantes como para merecer toda nuestra atención y estudio.
A medida que este antiguo viajero se aleja de nuestro Sol y regresa al frío y oscuro espacio entre las estrellas, nos recuerda que el universo está lleno de maravillas que aún no hemos descubierto y que cada nuevo objeto de más allá de nuestro sistema solar es un mensajero cósmico que trae historias de tiempos y lugares lejanos que sólo podemos imaginar. Al conocer a estos mensajeros, no sólo aprendemos más sobre el universo, sino también sobre nosotros mismos y sobre dónde encajamos en este cosmos enorme, antiguo y misterioso.
Reflexiones finales
La historia de 3I/ATLAS trata realmente de lo poderosa que es la observación científica y de lo importante que es ser estricto a la hora de interpretar datos extraños. Las afirmaciones sobre tecnología alienígena que son demasiado buenas para ser ciertas pueden llamar mucho la atención, pero los descubrimientos reales son mucho más importantes.
Este mensajero de 7.000 millones de años procedente del disco grueso de nuestra galaxia posee información sobre entornos estelares que existieron mucho antes de que naciera nuestro Sol. La extraña química de este objeto nos muestra que el universo es más variado y complicado que el pequeño número de objetos del sistema solar que hemos estudiado hasta ahora. Y su hallazgo marca el comienzo de una nueva era en la astronomía, en la que estudiar a los visitantes interestelares será algo habitual en lugar de un acontecimiento que ocurre una vez en la vida.
Carl Sagan dijo célebremente: "Las afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias". Las pruebas que tenemos del 3I/ATLAS muestran claramente que se trata de un cometa natural, aunque extraño, procedente de otro sistema estelar. Puede que a algunas personas esto no les parezca tan emocionante como una nave nodriza alienígena, pero es igual de asombroso: es un vínculo real con la historia antigua de nuestra galaxia, un trozo de material fabricado en una guardería estelar miles de millones de años antes de que existiera la Tierra.
3I/ATLAS no es un cazador ni una amenaza en el oscuro bosque del espacio. Es un mensajero que lleva historias escritas en firmas químicas de una época en la que el universo aún era nuevo. Y si prestamos atención a lo que tiene que decir, aprenderemos mucho más de lo que podríamos aprender de cualquier transmisión alienígena.