¿Qué ves cuando miras a la Luna en una noche despejada? La mayoría de la gente diría que es un satélite natural que nació de colisiones cósmicas hace miles de millones de años y que ha estado vigilando a la humanidad desde el principio de los tiempos. Pero, ¿y si te dijera que este antiguo protector tiene secretos tan profundos que nos hacen cuestionar todo lo que creemos saber sobre su origen?
La historia no empieza con mitos o teorías marginales
La paradoja de la formación
Los libros de ciencia hablan de diferentes teorías sobre cómo se formó la Luna, pero no todas coinciden en su certeza. La hipótesis de la captura postula que la Luna atravesó el espacio hasta que fue capturada por la gravedad de la Tierra, lo que dio lugar a su trayectoria orbital. ¿El problema? Es casi imposible que algo así ocurra, según las matemáticas y la física. La teoría de la coformación postula que la Tierra y la Luna se fusionaron a partir de una nube de polvo primordial común. Pero si esto fuera cierto, la Luna debería tener un núcleo de hierro y un eje de rotación como el de la Tierra. No tiene ninguno de los dos.
La hipótesis de la fisión fue popular durante un breve periodo de tiempo. Decía que la Tierra giró tan deprisa que un enorme trozo se desprendió y se convirtió en la Luna. El análisis de las rocas lunares refutó esta teoría al demostrar que las rocas de la Luna son mucho más antiguas que las de los fondos oceánicos de la Tierra, donde se creía que se produjo la ruptura.
La hipótesis del impacto gigante es la idea científica más aceptada en la actualidad. En esta dramática historia, un objeto del tamaño de Marte llamado Theia golpea la Tierra primitiva con tal fuerza que los restos del impacto formaron la Luna. Las simulaciones por ordenador pueden crear una Luna con tanta violencia como ésta, pero las probabilidades de que ocurra con tanta exactitud siguen siendo muy bajas. Esta teoría es aún más preocupante porque se enfrenta a lo que los científicos llaman la "crisis de los isótopos".
Los investigadores descubrieron algo extraño al examinar muestras lunares: las firmas isotópicas de oxígeno, titanio, cromo y otros elementos de las rocas terrestres y lunares son casi exactamente iguales. La teoría del impacto dice que la Luna se formó principalmente a partir de escombros procedentes de Theia. Si esto es cierto, la Luna debería tener la huella química única de Theia. Por otra parte, la Tierra y la Luna parecen gemelas isotópicas. Los científicos han ideado formas cada vez más complicadas de explicar esta similitud, desde la idea de que los dos cuerpos se mezclaron perfectamente durante el impacto hasta la idea de que Theia y la proto-Tierra se formaron a partir del mismo material. Cada explicación es difícil de creer a su manera.
Cuando Apolo hizo que la Luna sonara como una campana
La verdadera rareza comenzó el 20 de noviembre de 1969, cuando la misión Apolo 12 realizó lo que parecía una simple prueba. Los astronautas estrellaron su módulo lunar contra la superficie de la Luna desde una altura que permitiría recoger datos sísmicos cuando regresaran a su módulo de mando. El impacto liberó una energía equivalente a la de una tonelada de TNT.
Los científicos estaban confusos por lo que ocurrió a continuación. La Luna no sólo se sacudió
La NASA volvió a hacer el experimento. Durante el Apolo 13 estrellaron un objeto mucho más grande y pesado contra la superficie lunar. Esta vez, la Luna sonó durante más de tres horas, y las vibraciones se sintieron a una profundidad de hasta 25 millas. Las ondas sísmicas también parecían acelerarse a medida que se profundizaba, lo cual es extraño porque normalmente la densidad de un planeta aumentaría con la profundidad. Esto es exactamente lo contrario de cómo actúan los planetas en la Tierra.
Los científicos se apresuraron a averiguar qué ocurría. Según la historia oficial, la Luna es muy seca. Las ondas sísmicas viajan más lejos cuando no hay agua que las amortigüe. El Dr. Ross Taylor, un conocido científico lunar, dejó claro este punto: la Luna es tan seca que las ondas de choque pueden rebotar en ella sin ser absorbidas. Esta explicación habla de cuánto duran las cosas, pero no explica por qué las ondas se mueven más rápido a mayor profundidad ni por qué las vibraciones son las mismas durante periodos de tiempo tan largos.
La densidad no tiene sentido
La densidad media de la Luna es otro problema que no tiene una respuesta clara. La Luna sólo es un 60% más densa que la Tierra, a pesar de que sólo tiene una cuarta parte de su tamaño. Su densidad es de unos 3,34 gramos por centímetro cúbico, mientras que la de la Tierra es de 5,5 gramos por centímetro cúbico. Es necesario explicar esta diferencia para un cuerpo que parece haberse formado a partir de los mismos materiales que la Tierra o incluso a partir de la Tierra misma.
Según la ciencia planetaria estándar, los cuerpos rocosos se hacen más densos a medida que se acercan a sus núcleos. Esto se debe a que la presión comprime el material y los elementos pesados, como el hierro, se hunden durante la diferenciación. En cambio, la Luna parece tener una densidad muy uniforme. Los datos sísmicos no muestran signos de un gran núcleo de hierro como el que tiene la Tierra. Gordon MacDonald, un científico de la NASA, examinó los datos astronómicos en 1962 y dijo que si se observaban las partes más importantes de los datos, sugerían que "la Luna se parece más a un hueco que a una esfera homogénea." Harold Urey, químico galardonado con el Premio Nobel, sugirió que la menor densidad de la Luna podría significar que hay grandes espacios vacíos en su interior.
"If you looked at the most important parts of the data, it suggested that the Moon is more like a hollow than a homogeneous sphere." - Gordon MacDonald, NASA Scientist, 1962
No era obra de teóricos de la conspiración. En el apogeo de la Era Espacial, se trataba de científicos con credenciales que observaban los nuevos datos de los primeros viajes de la humanidad fuera de nuestro mundo y los encontraban muy confusos.
La cuestión de la estratificación
Una de las primeras cosas que aprenden los estudiantes de geología es que, en los planetas, el material más joven siempre está encima del más antiguo. Cuando se excava a través de las capas, se retrocede en el tiempo. Los impactos de meteoritos pueden alterar las cosas en un área pequeña, pero el panorama general sigue siendo el mismo. La Luna no sigue esta regla.
Las muestras lunares mostraban una estratigrafía al revés y sin sentido geológico. El polvo de la superficie era más antiguo que la roca que había debajo. Las rocas de los bordes de los cráteres eran más antiguas que las de las profundidades. Esta estratificación al revés podría producirse si la Luna hubiera sido "minada" o excavada desde el interior, sacando a la superficie material más antiguo y profundo. La ciencia planetaria no conoce ningún proceso natural que haga que este patrón se produzca en todo el planeta.
Además, las rocas lunares contienen mucho cromo, titanio y circonio. Estos metales refractarios, que no se descomponen ni funden cuando se calientan, se encuentran en cantidades mucho mayores de lo que cabría esperar de una diferenciación planetaria normal. En la Tierra utilizamos estos elementos cuando necesitamos hacer cosas más resistentes o fabricar materiales que puedan soportar condiciones duras. ¿Por qué se centran tanto en la corteza lunar?
Y lo que es aún más preocupante, las misiones Apolo encontraron restos de Uranio-236 y Neptunio-237 en muestras procedentes de la Luna. No hay muchos de estos isótopos radiactivos en la naturaleza. En la Tierra, proceden de reacciones nucleares que se producen en reactores o armas. ¿Qué hacen en una luna que se supone limpia y geológicamente muerta?
Cráteres que no quieren profundizar
Científicos de la NASA analizaron miles de cráteres lunares y descubrieron algo más que no tenía sentido. Cráteres de tamaños muy diferentes, que sugieren impactos con cantidades de energía muy distintas, tenían profundidades muy similares. Tanto los cráteres pequeños como las enormes cuencas de impacto parecían detenerse aproximadamente a la misma distancia por debajo de la superficie, como si algo les impidiera profundizar más.
Según las leyes de la física de los impactos, las colisiones más grandes y potentes deberían dar lugar a cráteres más profundos en proporción. Esta relación se cumple en la Tierra. No ocurre en la Luna. El patrón indica una capa subsuperficial significativamente más dura que el material de la superficie, capaz de soportar incluso impactos de meteoritos sustanciales sin deformarse. Los científicos han tenido dificultades para encontrar un proceso geológico que pudiera crear una capa resistente tan uniforme en toda la superficie de la Luna.
La teoría soviética que la ciencia no pudo ignorar
Dos científicos de la Academia Soviética de Ciencias, Michael Vasin y Alexander Shcherbakov, escribieron en 1970 un artículo con el provocador título "¿Es la Luna la creación de una inteligencia extraterrestre?". No eran pseudocientíficos marginales.
Vasin y Shcherbakov dijeron que su teoría sonaba muy bien. Sostenían que, descartando las suposiciones convencionales y analizando la totalidad de los datos lunares, se materializaba la imagen de un objeto construido artificialmente. Los cráteres, poco profundos y de fondo plano, parecen hechos por impactos contra una coraza blindada. Los anillos sísmicos muestran que el interior está vacío. La extraña órbita, la extraña densidad, la ausencia de campo magnético aunque haya rocas magnéticas y el hecho de que tenga los mismos isótopos que la Tierra aunque proceda de un lugar distinto sugieren que fue fabricado por el hombre en lugar de formarse de forma natural.
Los escépticos no tardaron en señalar que la idea surgió durante la Guerra Fría, cuando el gobierno ateo soviético utilizó ideas sobre antiguos astronautas y civilizaciones extraterrestres para intentar debilitar las creencias religiosas occidentales. Puede que el momento fuera bueno para la política, pero los problemas que la hipótesis intentaba resolver seguían siendo muy reales. Decir que la teoría era propaganda no hacía que los datos fueran menos extraños.
El viejo recuerdo de un cielo sin luna
Si vamos más allá del laboratorio y nos adentramos en el mundo de los textos antiguos y las tradiciones autóctonas, encontramos algo sorprendente: recuerdos de una época anterior a que la Luna estuviera en el cielo sobre la Tierra.
Los antiguos griegos hablaban de un grupo de personas llamadas los Proselenos que vivían en las montañas de Arcadia. El nombre significa literalmente "los que vinieron antes de la Luna". El historiador del siglo V a.C. Hipias de Rhegium, el filósofo Aristóteles y el matemático Eudoxos de Cnidus hablaban de esta tradición de personas que vivieron antes de la Luna. No eran historias inventadas
La antigua civilización Tiwanaku de Bolivia tenía sus propias historias sobre una época en la que no había Luna. Según sus creencias, la Luna llegó a la Tierra hace entre 11.500 y 13.000 años. Este período es muy similar al del Younger Dryas, una época de terribles cambios climáticos al final de la última glaciación, cuando murieron los mamuts, las capas de hielo se rompieron y el nivel del mar subió mucho.
Las tradiciones zulúes del anciano Credo Mutwa dicen que la Luna es hueca y que dos hermanos con escamas de pez, Wowane y Mpanku, la pusieron en órbita. Se dice que estos hermanos robaron la Luna al "Gran Dragón de Fuego" en forma de huevo, la vaciaron y la hicieron rodar por el cielo hasta la Tierra. La historia cuenta que antes de que llegara la Luna, la Tierra estaba cubierta de niebla. Esta niebla cayó en forma de lluvia cuando llegó la Luna, provocando una enorme inundación. Resulta interesante el parecido de estas figuras zulúes con los dioses sumerios Enki y Enlil, que también se mostraban con rasgos de pez y se decía que habían dado forma a la civilización humana.
Desde un punto de vista científico, estas historias podrían ser sólo mitos. Pero aparecen por sí solas en diferentes culturas muy alejadas entre sí y que no se hablan. Y todas cuentan la misma historia básica: hubo un tiempo en que la gente miraba hacia arriba y no veía la Luna, y entonces llegó la Luna y lo cambió todo para peor.
La ciencia moderna demuestra que la Luna es muy importante para mantener estable el clima de la Tierra. La gravedad de la Luna mantiene estable la inclinación axial de la Tierra, lo que impide cambios climáticos extremos que dificultarían o imposibilitarían la existencia de vida compleja. La Luna impide que la Tierra gire sin control y provoque cambios extremos en las estaciones. ¿Es sólo una coincidencia que la gente de antaño hablara de este tipo de clima, con tormentas, nieblas y estaciones siempre cambiantes?
La coincidencia perfecta del eclipse
La Luna y el Sol se ven casi exactamente del mismo tamaño en el cielo sobre la Tierra. Esto debería hacer reflexionar a cualquiera. La Luna es unas 400 veces más pequeña que el Sol. El Sol también está unas 400 veces más lejos de la Tierra que la Luna, lo cual es una coincidencia asombrosa. Esta proporción provoca eclipses solares perfectos, en los que la Luna cubre perfectamente el disco solar y muestra la hermosa corona.
Isaac Asimov, un astrónomo que no creía en conspiraciones, dijo esto en 1965: "No hay ninguna razón astronómica para que la Luna y el Sol encajen tan bien. Es la más pura coincidencia, y sólo la Tierra entre todos los planetas está bendecida de esta manera". De las más de 200 lunas de nuestro sistema solar, sólo la de la Tierra realiza lo que podrían llamarse eclipses perfectos.
"There is no astronomical reason why Moon and Sun should fit so well. It is the sheerest of coincidence, and only the Earth among all the planets is blessed in this fashion." - Isaac Asimov, 1965
Algunos científicos recurren al principio antrópico para explicar esta coincidencia: la vemos porque vivimos en un universo donde puede ocurrir. Pero esto suena más a razonamiento circular que a explicación. La desafortunada verdad es que los eclipses solares perfectos han sido clave para importantes descubrimientos científicos, como por ejemplo cómo se hacen las estrellas, cómo se construye el Sol y, con el tiempo, cómo se hacen todas las estrellas. Estos descubrimientos habrían sido inalcanzables o se habrían pospuesto considerablemente sin eclipses de tal precisión.
La órbita de la Luna presenta otras peculiaridades. Se mueve en una trayectoria casi perfectamente circular, lo que no es normal para un satélite capturado. En comparación con otros sistemas planeta-luna, su tamaño respecto a la Tierra es demasiado grande. Para ser tan grande, orbita muy cerca de la Tierra. Si se mira cada rasgo por separado, se podría ignorar. Cuando se miran en conjunto, forman un patrón que va más allá de lo probable.
Luces en la oscuridad
Los astrónomos llevan cientos de años escribiendo sobre extrañas luces en la superficie lunar. Estos Fenómenos Lunares Transitorios (TLP) se manifiestan en forma de breves destellos, resplandores de larga duración o cambios de color que duran poco tiempo. Se han registrado más de 3.000 fenómenos de este tipo.
En 1787, William Herschel vio luces en cráteres lunares que eran tan brillantes como la nebulosa de Orión y duraban horas. El 7 de marzo de 1971, los científicos vieron una enorme nube de vapor de agua sobre el cráter Platón que cubría 180 kilómetros cuadrados y duró 14 horas. Esto ocurrió en un cuerpo que se creía que no tenía atmósfera ni agua.
La mayoría de las explicaciones modernas dicen que los TLP están causados por impactos de meteoritos que producen destellos cortos o por gas que sale de debajo de la superficie. Pero estas explicaciones no sirven para lo que ocurre una y otra vez en los mismos lugares, las luces que duran horas en lugar de segundos y los informes sobre rocas en la superficie lunar que parecen rodar cuesta arriba, dejando huellas en el regolito.
Los astronautas del Apolo grabaron cosas extrañas. Las imágenes de varias misiones muestran lo que parecen formas geométricas. Las famosas "cúspides de Blair" que se ven en las imágenes del Lunar Orbiter parecen estructuras simétricas en forma de aguja, algunas de las cuales se cree que tienen hasta 15 pisos de altura. La NASA suele decir que se trata de ilusiones ópticas, artefactos de la cámara o extrañas condiciones de iluminación. Cada explicación podría ser cierta por sí sola, pero el número de observaciones extrañas empieza a hacer que parezcan menos coincidencias aleatorias y más signos de algo que se está malinterpretando a propósito.
El silencio de los astronautas
Lo que no oímos puede ser lo más inquietante. Vea el vídeo de la rueda de prensa posterior al vuelo del Apolo 11. Estos hombres acababan de completar la mayor aventura de la historia de la humanidad: pisar otro mundo y hacer realidad el sueño imposible de Kennedy. Deberían estar exultantes. En cambio, parecen retraídos, inquietos y casi atormentados. Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins responden a las preguntas con evidente desgana y dan respuestas que claramente han practicado.
¿Por qué? Informes posteriores afirman que la gente del Apolo 11 tuvo que firmar estrictos acuerdos de confidencialidad que limitaban lo que podían decir en público. Se les dijo que si no seguían los guiones aprobados, podrían ser acusados de traición. Son condiciones muy duras para una misión científica.
Karl Wolf, un técnico de la Fuerza Aérea estadounidense que trabajó en el procesamiento de imágenes de satélites lunares, declaró que su equipo a menudo encontraba estructuras que parecían hechas por el hombre en las imágenes de la Luna. Dijo que la NASA decidió no compartir estas imágenes con el público, lo que le desconcertó porque pensaba que este tipo de descubrimientos serían útiles para la ciencia.
Hay historias de extraños ruidos que los astronautas del Apolo oyeron en la cara oculta de la Luna, donde no podían hablar con la Tierra. La tripulación del Apolo 10 dijo haber oído "música del espacio exterior" durante casi una hora. Dijeron que sonaba como un extraño silbido. Durante décadas, estas grabaciones se mantuvieron en secreto. Cuando por fin se hicieron públicas, la NASA dijo que se debían a interferencias entre los sistemas de radio de los módulos de mando y lunar. Al principio, los astronautas no se atrevían a contar lo que habían oído porque temían que eso les hiciera parecer poco fiables.
El consenso científico y lo que a la gente no le gusta de él
La mayoría de los científicos coinciden en que la Luna no es hueca ni está hecha por el hombre. La causa natural del repique sísmico es que la corteza lunar, seca y dura, envía las vibraciones de forma distinta a la geología terrestre, saturada de agua. La anomalía de densidad muestra que la Luna se formó con material más ligero del manto durante el impacto de Theia, mientras que los elementos pesados se quedaron en el núcleo de la Tierra. Los elementos extraños y la estratigrafía invertida son el resultado de una complicada jardinería de impactos a lo largo de miles de millones de años.
Cada anomalía tiene una posible explicación convencional. Pero esas explicaciones, cuando se juntan, ¿tienen realmente sentido? ¿O se trata de una serie de argumentos especiales, cada uno de los cuales utiliza una situación improbable diferente para explicar otra situación improbable?
Piensa en todo: un satélite cuya formación aún no se comprende del todo tras décadas de estudio
La cuestión pendiente
El valor de la teoría de la Luna hueca no reside siempre en su veracidad. Se trata más bien de las preguntas que nos hace plantearnos sobre lo mucho que sabemos. Creemos saber qué es la Luna porque hemos estado allí, hemos traído rocas y nuestras ecuaciones explican cómo se mueve. Pero, ¿lo entendemos realmente? ¿O nos hemos limitado a recopilar datos y nos hemos perdido la visión de conjunto?
La ciencia avanza no descartando las rarezas, sino reconociéndolas y dejando que los datos incómodos cuestionen las creencias establecidas. Hay muchos datos sobre la exploración lunar que no encajan en nuestros modelos actuales. Es posible que futuras misiones que profundicen y exploren más descubran estructuras o composiciones que exijan una reevaluación fundamental de nuestras teorías. Tal vez no. Quizá algún día todos los extraños rasgos de la Luna tengan una explicación normal.
Pero hasta que llegue ese día, en el que podamos explicar todas las rarezas sin tener que decir "coincidencia tras coincidencia", una pregunta resuena en los datos como ondas sísmicas en una campana: si realmente sabemos qué es la Luna y de dónde viene, ¿por qué cada intento de demostrarlo trae nuevos misterios en lugar de darnos respuestas definitivas?
If the Moon is just a natural satellite that formed from random cosmic violence, why does looking at it more closely make it seem less ordinary?
Referencias
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